Ayer comenzó oficialmente el invierno, aunque ustedes en sus carnes lo lleven notando al menos tres semanas, así que varias de las expediciones alpinas que se encontraban cerca de varios ochomiles del Himalaya aguardando a que llegara el 21 ya pueden poner los pies en los campos base y comenzar los trabajos de equipación de la ruta y de aclimatación. Así, a bote pronto, van a estar Txikon y varios más en el Annapurna, Moro en el Manaslu, Kobusch en solitario en el Everest y creo que nadie más. Antes se llegaba a los campos base cuando se estimaba y, para que la posible ascensión fuese considerada invernal, bastaba con que la cima tuviese lugar entre el 21 de diciembre y el 21 de marzo. Ahora, los puristas obligan a meter por vez primera el pie en la montaña el 21 de diciembre, para que todo el trabajo tenga lugar en condiciones de invierno. Así que los escaladores que llevan ya semanas por allá se han dedicado a aclimatar en montañas más bajas y a ir aproximándose a sus objetivos sin poner el pie en ellos. Hay muchas reglas de estas que en realidad no están en ninguna parte pero que los propios himalayistas imponen o se imponen, mientras que otros como Urubko, por ejemplo, considera que el invierno comienza el 1 de diciembre y acaba el 28 de febrero, así que él en su lista de ochomiles subidos en invierno tiene tachados todos los subidos en marzo. A efectos meteorológicos, lleva razón: es más crudo un 7 de diciembre que un 7 de marzo y los 21 primeros días de diciembre que los 21 primeros de marzo. Opiniones y controversias al margen, tres expediciones cada una de ellas con  los suficientes alicientes para seguirlas con detenimiento, con la del alemán solitario Kobusch como la menos llamada a hacer cumbre, puesto que la empresa, por la arista Oeste, es poco menos que imposible. Veremos qué les depara el invierno, mientras, a los veteranos Moro y Txikon. Suerte a todos.