Asimetría, sinónimo de falta de simetría. En el mundo hay muchas cosas asimétricas... Se mire por donde se mire, a veces, por desgracia, la falta de simetría se suele imponer. En sí, el hecho de que falte simetría no tiene por qué ser malo, pero detrás de muchas asimetrías se esconden diferencias, desequilibrios entre dos o más elementos. Algunas diferencias, evidentemente, tienen que ser así; otras, en cambio, son creadas o impulsadas por nosotros/as mismos/as, en beneficio o en perjuicio de algo o de alguien. Si observamos nuestro ámbito, Euskal Herria, ¿cuántas asimetrías podemos encontrar? Muchas, muchísimas, sin duda. Hoy, precisamente en el contexto de la campaña de matriculación de los euskaltegis, queremos poner de manifiesto las asimetrías en torno al euskera; o, lo que es lo mismo, nuestras propias asimetrías.
Hay desigualdades e injusticias. Las unas son reprobables; las otras van en contra de la equidad o de los derechos ajenos. Sí, el euskera sufre tanto de desigualdades como de injusticias, y, por lo tanto, también los/as vascoparlantes, la ciudadanía vasca, aquellos/as que a lo largo y ancho de Euskal Herria hemos elegido y elegimos vivir en euskera. Para entenderlo, debemos recordar que el euskera se vale del sufijo -keria para expresar cualidades socialmente condenables; por ejemplo, desigualdad (desberdinkeria) e injusticia (bidegabekeria). Y ya que estamos citando cualidades, he aquí algo a tener en cuenta: el lenguaje nos hace tal como somos. Por lo tanto, ya que esas dos cualidades reprobables se cuentan entre las asimetrías que rodean al euskera, debemos ser conscientes de que nuestra forma de ser suele ser rechazada directamente.
Un estado de emergencia
Las asimetrías dentro del proceso de revitalización y normalización del euskera han provocado, entre otras cosas, la situación a la que hemos llegado en la actualidad: un estado de emergencia. En verdad, la situación es muy grave, porque tanto el euskera como la ciudadanía vasca sufrimos cada día las consecuencias de multitud de asimetrías. Los avances realizados durante muchos años —a iniciativa de la ciudadanía, los agentes sociales y las instituciones— se están quedando en nada; por contra, las diferencias se imponen una y otra vez, como si hubiera ciudadanos/as de primera y de segunda. Así, se vulneran derechos humanos, aunque nosotros/as entendemos, por ejemplo, que hay que garantizar a toda la ciudadanía el derecho a conocer la lengua propia, el euskera; pero, hoy por hoy, lamentablemente, en muchos casos no es así. Por culpa de las injusticias, el aprendizaje del euskera no es accesible para gran cantidad de ciudadanos/as, existe una gran carencia de información, y, además, aprender euskera conlleva un coste importante. Es cierto que se han dado pasos importantes hacia la gratuidad, pero no son suficientes. Además, la accesibilidad no solo consiste en que el aprendizaje sea gratuito, sino también en adoptar medidas adaptadas a las necesidades de la sociedad, teniendo en cuenta la gran diversidad del País Vasco. En definitiva, estamos hablando de adoptar estrategias para cada realidad.
Sí, es claro que existen injusticias. Muchos/as ciudadanos/as viven en una situación vulnerable, de exclusión plena. En tales circunstancias, el aprendizaje del euskera no suele ser una prioridad, sino que, más comúnmente, lo primordial es alcanzar unas condiciones de vida adecuadas. Además, los sectores precarizados y feminizados también sufren situaciones de exclusión, y, por culpa de su pésima situación, a menudo les resulta muy difícil acercarse al mundo del euskera. Todo eso nos lleva a sufrir desigualdades, aún y cuando el euskera no es realmente así, ni tampoco lo somos nosotros/as. El euskera es la lengua de nuestro pueblo; el euskera es una forma de que seamos alguien; el euskera se completa con palabras de todos/as nosotros/as, y es el factor principal que nos une al pueblo. Afortunadamente, la comunidad vasca es diversa, una senda abierta hacia la cohesión y hacia una sociedad más igualitaria; somos un conjunto abierto, solidario, ambicioso... No aceptamos desigualdades ni injusticias.
Garantizar los derechos lingüísticos
Simetría es afinidad e idoneidad. Detrás de la una se encuentran la relación, el vínculo, el parentesco y la proximidad; detrás de la otra, la cualidad y la ligazón. El euskera necesita de todo ello: precisa de políticas lingüísticas orientadas en la dirección correcta para garantizar los derechos lingüísticos. Así, es perentorio traer la cuestión del euskera a primera línea, pues él será el elemento aglutinante que nos unirá. Ahora, en el contexto de esta campaña de matriculación y ante el evidente parón que sufrimos, abriremos todas nuestras ventanas con ambición, para respirar, para reanimarnos. Porque debemos reanimar el euskera. Nosotros/as y vosotros/as. Todos/as.