Acuerdo arancelario

Tras escuchar muchas voces, puedo concluir sin temor a equivocarme que el acuerdo arancelario entre EEUU y la Unión Europea sólo le gusta a Donald Trump. El consejero vasco de Industria, Mikel Jauregi, hacía gala de lo que se conoce como resignación cristiana al afirmar que es mejor el acuerdo -por malo que sea, se adivinaba entre líneas- que la guerra comercial a la que Trump había empujado a medio mundo. Se evitan porcentajes endiablados, sí, pero habrá tasas del 15% a productos europeos y un sobrecoste para los vascos calculado en 350 millones de euros. Que podría ser mucho peor, sí, pero que tampoco es para tirar cohetes.

El balance de Sánchez

La política española se va de vacaciones haciendo aguas con el fantasma de un posible adelanto electoral que ahora no sobrevuela básicamente porque los políticos están pensando si playa o piscina, pero que volverá con fuerza en septiembre. La cosa no está tampoco para tirar cohetes, como el acuerdo arancelario, pero nada de ello se refleja en el balance triunfalista que Pedro Sánchez ha hecho del curso político. Ahí sigue, escribiendo nuevos capítulos de su manual de resistencia y asegurando que agotará la legislatura. Vino, vio y venció. O eso es lo que se cree él. A ver cuánto tarda en quedarse sin tinta.

Ampliación de permisos

Hoy será previsiblemente aprobada en Consejo de Ministros una importante medida en materia de conciliación, la ampliación de los permisos de cuidados. Si no hay giro dramático de última hora, habrá 17 semanas de permiso por nacimiento y dos semanas más de permisos de cuidados retribuidos hasta los 8 años. Podríamos discutir si es adecuado o escaso, pero está claro que es el camino. La conciliación es un unicornio rosa mientras se pide a la sociedad que trabaje como si no tuviera hijos y que crie a sus hijos como si no tuviera que trabajar. Y claro, así nos va.

Lo de Vueling

Unas líneas para reflexionar sobre algo que sucedió hace unos días. 50 adolescentes fueron desalojados de un avión de Vueling en Valencia por su comportamiento. Al parecer, manipularon de forma indebida material de emergencia, interrumpieron la demostración de seguridad y mostraron una “actitud altamente conflictiva” hacia la tripulación. Tras varios avisos, el comandante solicitó a la Guardia Civil un desalojo forzoso. Cualquiera con dos dedos de frente pensará: “Lógico”. Pero ay, amigo. Eran judíos. Y ya la tenemos montada, claro, con Israel denunciando antisemitismo (¡chupito!) y varios países pidiendo explicaciones.

El matonismo de Israel

La explicación al párrafo anterior es ésta: Israel hace gala del matonismo que, en realidad, lleva décadas esgrimiendo, pero que ahora es más patente -menos justificable, si quiere- con lo que están haciendo en Gaza. Donde siguen, por cierto, utilizando el hambre como arma de guerra y pasándose por el arco del triunfo el respeto a los derechos humanos y los conceptos más básicos y elementales del término “humanidad”. Luego se ponen estupendos exigiendo para sí el mismo respeto que pisotean y escupen cuando es hacia otros. Y lo que no podemos es hacerles el juego y aceptar pulpo como animal de compañía, como decía el anuncio.