¿Alguna vez te has preguntado cómo se toman las decisiones en nuestra sociedad? La gobernanza trata sobre esta cuestión clave definiéndose como: “Conjunto de estructuras, procesos y normas que regulan la toma de decisiones en la sociedad” (CIGG, Universidad de Salamanca). En otras palabras, define cómo se gestiona la sociedad.

Según esta definición, la gobernanza de una sociedad requiere que ésta sea identificable, que integre un conjunto de estructuras, procesos y normas que la regulen, y que exista una forma unívoca de tomar decisiones. Pero, sobre todo, exige que las diversas estructuras se identifiquen con la sociedad y estén dispuestas a trabajar juntas para su progreso, dirección y toma de decisiones. En este artículo nos referiremos específicamente a la sociedad que conforma la Comunidad Autónoma Vasca.

Las principales estructuras que intervienen en la organización de la sociedad pueden concretarse en tres: la estructura política, que encarna la representación de los ciudadanos; la estructura económica, que trabaja por asegurar el sustento y bienestar; y la estructura social-comunitaria, que propicia la participación y voluntad de progreso de los ciudadanos. Cada una de ellas opera de manera independiente y tiene sus propios procesos y normas para regular la toma de decisiones, pero la sociedad carece de mecanismos de gestión y depende de las decisiones de las partes. ¡Nadie gestiona la sociedad como tal!; no tiene un sistema de gobernanza que guíe sus pasos.

Esta ausencia hace a la sociedad vulnerable ante situaciones convulsas y cambiantes. Le faltan mecanismos para adaptarse y, especialmente, no dispone de una visión estratégica que oriente su futuro. La sociedad navega sin rumbo, sin una dirección clara que la guíe. Es imperativo establecer los modos de gobernanza del conjunto social y, para eso, es necesario que las diferentes estructuras trabajen juntas al servicio común, pero siempre teniendo en cuenta las características y limitaciones de cada una, así:

—La sólida estructura política tiene su talón de Aquiles en la necesidad de contar con una mayoría que le permita gobernar. La búsqueda del voto se convierte en su principal motivación, relegando a un segundo plano las necesidades sociales. Cambios estructurales y decisiones comprometidas se demoran, mientras se alientan otras que propician el voto.

—La estructura económica está más centrada en la rentabilidad que en ofrecer un servicio a la sociedad. Si bien es consciente de su papel en ella, sus intereses se orientan principalmente a su propio desarrollo.

—La estructura social-comunitaria, alejada de intereses político-partidarios y económico-lucrativos, se encuentra dispersa y debilitada. Aunque se enfoca en la persona y en las necesidades sociales, su atomización y falta de organización interna le resta eficacia.

Es urgente crear un sistema de gobernanza en el que converjan las distintas estructuras para reforzar su solidez, responder a las necesidades de la sociedad y proyectar estratégicamente el futuro del País. En este sistema la política verá reforzado su papel dirigente al abordar una visión compartida con las otras fuerzas, la economía encontrará en la sociedad el factor diferencial necesario para competir, y la estructura social-comunitaria podrá organizarse para movilizar recursos infrautilizados, afrontar necesidades desatendidas y participar en la gestión conjunta.

Una sociedad desconcertada por las continuas transformaciones sociales, temerosa del incierto futuro que se vislumbra y sin dirección, encontrará en el “sistema” el cauce por el que conducir sus mejores aspiraciones, a través de procesos de cooperación.

La alternativa al “sistema” sería la búsqueda de dirigentes “iluminados” que, con su discurso populista, ofrezcan un “caudillaje” que, aunque respaldado por estructuras democráticas, esconde afanes dictatoriales. ¿Somos capaces de asumir nuestras responsabilidades o necesitamos de alguien que ofrezca soluciones fáciles y seguridades, sin tener que preocuparnos?

La sociedad debe contar con mecanismos efectivos de gestión y toma de decisiones que orienten su rumbo. La actuación “independiente” de sus estructuras, por muy bien intencionadas que sean, no conforma un “sistema” (como el ejército de Pancho Villa). La alternativa se concreta en generar interdependencias mediante procesos de cooperación, o buscar caudillos que “metan en cintura” a las instituciones.