El bullying tiene tres actores clave para que sea posible: el acosador, el acosado y los cómplices. Cómplices que a veces toman forma de séquito que ríe las gracias al agresor (o toma parte en su acoso) y otras que son solo espectadores cobardes, compañeros de clase, cole o instituto, que ven o saben lo que está ocurriendo y callan normalizando el acoso en el aula, el patio y, ahora con el móvil, en los grupos de wasap y en las redes sociales. En el cole, en la calle, en casa... despierto y dormido, si es que puede dormir. No hay descanso para la víctima. Y en ese papel de complicidad también a veces, demasiadas, están los profesores y están los padres del agresor que miran para otro lado, a ver si el problema desaparece solo, o justifican lo injustificable. El son cosas de críos, es una etapa o el yo estoy para impartir la lección no para hacer de policía son formas de escurrir el bulto, de abandonar a la víctima.
Nos han enseñado que en la ley del más fuerte el acosador, ese desgraciado violento que ataca a su víctima sin otro motivo que considerarla más débil, es el fuerte y quien tiene derecho a imponer su ley a hostias. Pero en realidad, el fuerte es siempre la víctima, porque hay que tener mucha, mucha fuerza para ir al cole a ser insultado, humillado, ridiculizado, golpeado y al mismo tiempo ninguneado por un ejército cómplice. ¿Quién hace más daño a la víctima, quién la ataca o quien lo permite y normaliza?
A unas edades en las que es imposible discurrir una forma de resolverlo, en la que denunciar te convierte en un chivato y un cobarde merecedor de más hostias, más humillaciones y más vacíos, en la que la infancia parece eterna y confesar a tus padres lo que te ocurre te convierte en una decepción (lo que no es cierto), las víctimas de bullying ven en hacerse invisible la forma de escapar. A veces, echándole imaginación y buscando unos superpoderes donde no los hay y otras, intentando, o consiguiéndolo que es peor, quitarse la vida.
Todo esto lo cuenta de forma magnífica Invisible, serie española de Disney +, adaptación del libro homónimo (también magnífico) de Eloy Moreno, que cuenta la historia de Capi, un chico de 12 años que sufre acoso escolar y que acaba reventado en el hospital sin que sepamos muy bien qué le ha pasado hasta el final. Una serie memorable, muy bien escrita e interpretada por sus jóvenes actores, a la que alguien ha colocado la calificación para mayores de 12 años pero que debería verse incluso con menos edad en casa y en los colegios para saber cómo actuar ante un caso de bullying, porque entre el agresor y la víctima puede haber un ejército de salvadores en lugar de cómplices, es cuestión de aprender a actuar y esta serie, tan dura como eficaz en su relato, es perfecta para ello.
P.D. Si alguien que sufre bullying lee esto, cuenta lo que te ocurre a un adulto de tu confianza; el suicidio jamás es la solución.