Uno de los días grandes de España se acerca, después de celebrar la Hispanidad, la raza y la Guardia Civil, tras la Constitución española y la Purísima, viene tan vulgar día: el sorteo de la Lotería Nacional española. Cada año la misma rutina, incitar a la sociedad a que se gaste, más bien derroche, su dinero en un sorteo que se celebra en España antes de Gabonak (navidades). Esta liturgia tiene una amplísima secta de seguidores que a lo largo de esa inaguantable mañana están permanentemente escuchando y actualmente quizá viendo, con desproporcionado volumen, la insoportable sinfonía de números ordinales y la de las cantidades de los premios, hasta que casi constituye una masturbación de codicia pesetera. Una melodía de tufo franquista integrador que provoca el delirio hasta casi el éxtasis en Eitb.
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El escenario se suele completar con las imágenes de las «entrañables escenas de tipismo popular de los agraciados bebiendo y brindando en los centros de trabajo, donde se pierden miles de horas entre fotocopias, recibos, en vulgares vasos de plástico, el más corriente vino espumoso, al que llaman champagne, que venden en la tienda más próxima. Miles de millones de pesetas se van cada año a España, constituyendo una gigantesca evasión de dinero que no nos beneficia para nada ya que van a parar a la hacienda de ese país. Si tan viciosa costumbre colectiva persiste, Eusko Jaurlaritza debería negociar mediante el Cupo todo ese volumen de recursos que se escapa, y que a cambio cada se recibe.
Y si para satisfacer esa demanda social de aventura remunerada, no hubiese otra solución, debería crearse al igual que hizo y hace la Generalitat de Catalunya mediante el organismo que se encarga la “Entitat Autónoma de Jocs i Apostes “(EAJA) creada en 1986 y cuyo primer sorteo se realizó con la Grossa de Cap d’Any (la gorda de fin de año, también conocida como la Grossa de Nadal) que además es feminista con un simpático rostro de satisfacción). Celebrado entre la española de Navidad y el del Niño (se supone referirá al de Jesús). Un sistema de juegos de azar propio de Euskal Herria ya que se poseen competencias con una hacienda propia. Mientras tanto, quienes no puedan esperar, podrían participar en el "Grand Loto de Noël” el sorteo francés. Recuerdo con muy especial afecto a Dabi Alonso, concejal de Herri Batasuna y Euskal Herritarrok entre 1996 y 2003 en el Ayuntamiento de Bilbao fallecido en 2020 que adquiría billetes en Catalunya y luego distribuía entre amistades y militantes, acción que debería ejercitarse con gran profusión. Un ejemplar rebelde con múltiples causas.
Parece imprescindible que entidades de todo tipo (culturales, vecinales, políticas, etc.) interesadas o implicadas en este asunto que se consideren mínimamente nacionalistas vascas, rechacen firmemente este acto de ”honda raigambre española”, cuestionando severamente su práctica organizadores. Ser nacionalista de un país oprimido por múltiples factores siempre implica sacrificios y rebeliones de toda índole, ésta es una. No se concibe ser independentista vasco y a la vez regalar dinero a España. Hay que tener unos elementales principios de identidad, que entre otras maneras se obtienen por diferenciación, por contraste, desprendiéndonos de aquello que nos mezcla y confunde.
Ni un euro más de Euskal Herria a la dichosa Lotería Nacional española. Para acabar ”bien español/a” el año y empezar otro, no se debe olvidar la tan “arraigada costumbre genuinamente española» de tomar las doce uvas al compás de un reloj que marca la hora oficial española dictada desde el edificio de la extinta Dirección General de Seguridad, el palacio de la tortura, donde se han practicado los tormentos más salvajes que ha padecido un ser humano. Recordemos, con afecto, a Joxe Arregi y su postrera frase antes de morir el 13 de febrero de 1981, un mensaje para la humanidad. «Oso latza izan da» (ha sido muy duro). Dios (si existe) salve a nuestro pueblo vasco de tanta contaminación ideológica.