Apoco menos de un mes de dejar la Casa Blanca, Joe Biden visita Angola. Desde el lunes y hasta hoy Biden recorre este país del África Austral con una agenda muy cargada.

La presencia de los países occidentales en África es cada vez más contestada por la opinión pública, especialmente aquella que entiende que EEUU y sus aliados insisten en realizar negocios con gobernantes africanos corruptos y cleptómanos. Dirigentes que mantienen a su población bajo regímenes cerrados de autocracia y dictadura. En agosto del año 2022, Angola celebró elecciones, en un proceso en que la oposición y la sociedad civil, ya conocedores de las costumbres de fraude electoral del partido en el poder desde hace 50 años, realizó un escrutinio paralelo. En ese escrutinio, las actas dieron claramente ventaja a la oposición. El partido político MPLA, conocedor de su derrota y con miedo de una insurrección popular, colocó el ejército en las calles para reprimir a la población que deseaba reclamar por la justicia y la verdad electoral. Los angoleños, sintiéndose solos e intimidados, ingenuamente recurrieron a las cuentas de Twitter, ahora X, de Joe Biden, pidiendo su intervención, ya que veían que un año más se les secuestraba su democracia. Biden y su administración hicieron oídos sordos a estas peticiones populares. Hoy, la población entiende de qué lado estuvo y está la administración Biden.

Los negocios de Joe Biden con la dictadura angoleña ascienden a 5 billones de dólares. La agenda de este viaje tiene como prioridad dejar atado el megaproyecto denominado Corredor de Lobito. Es un proyecto que pretende facilitar el expolio y la extracción desenfrenada del coltán de la RDC y minerales de Zambia, pasando por Angola, hasta el puerto de Lobito, y a través del Atlántico llevarlo a EEUU. Además, el equipo de Joe Biden, añade que tienen en agenda otros asuntos a tratar en este viaje, como el tema de los microgrids, las energías limpias, la transformación económica digital y la seguridad alimentaria.

Es importante recordar que después de los acuerdos de paz entre Unita y el MPLA firmados en Angola en abril de 2002, el gobierno del MPLA acudió a China para la financiación de su proyecto de reconstrucción nacional, después de cerca de cuatro décadas de guerras. Y para su proyecto Angosat, que pretendía colocar el primer satélite de Angola en órbita, acudió a Rusia. Se podría entender que esta visita del presidente Biden a Angola busca un acercamiento geoestratégico al continente africano, en una época en que Rusia y China van ganando terreno en varias regiones de esta parte de África.

Sin embargo, en Angola, varios movimientos de activistas, han esperado a Biden con protestas y consignas como: “Liberen a los presos políticos”, “Tenemos hambre”, “No queremos ser inmigrantes, queremos a nuestro país libre y justo” o “Abajo a la dictadura”. El gobierno de Angola, en un afán de mostrar normalidad y buen gobierno, está intentando retener y tapar cualquier indicio de manifestación posible. Se ve cómo ha limpiado las calles, liberándolas de las personas que suelen vaguear por las mismas a diario por problemas de salud mental, pero también se puede ver cómo ha apartado los contenedores de basura en donde familias enteras acuden diariamente a rebuscar algo para comer; ha pintado los pasos de peatones, arreglado las fachadas de los edificios ubicados por donde se prevé que pasará la comitiva presidencial norteamericana y ha dado órdenes expresas a las empresas de abastecimiento de agua y energía eléctrica a la población, para que durante estos días no realicen cortes.

La población angoleña se queja de este proyecto del Corredor de Lobito, porque no ven en él beneficio alguno para el país. Lamenta el hecho de que el gobierno actual, liderado por el partido MPLA, venda el país y sus recursos de esta forma, en pleno siglo XXI y ya siendo supuestamente una nación soberana e independiente.

Después del presidente Obama, Joe Biden es el único presidente norteamericano que visita un país africano en las últimas décadas. Se entiende que la pérdida de hegemonía de occidente en los países africanos obliga a EEUU y a Europa a repensar sus estrategias en dichos países. Países con materias primas y recursos muy importantes para mantener las industrias tanto de occidente como de China. Por ello, la disputa por ellos es fundamental en el nuevo orden mundial.

La soberanía de los pueblos africanos se ve completamente amenazada, cuando un país extranjero instala bases militares, controla el poder financiero y utiliza mecanismos de extracción de recursos naturales de forma medioambientalmente irresponsable y sin escrúpulos, a cambio de acuerdos para garantizar la permanencia en el poder de presidentes asesinos e incompetentes, que tienen asfixiados a sus conciudadanos sujetos a una pobreza extrema, obligados migrar y a morir en el mar Mediterráneo a diario y en los trenes de la muerte al norte de América, en búsqueda de una supuesta felicidad que a menudo tampoco encuentran en el extranjero.

Angola tiene varios jóvenes presos políticos por decir al presidente que no está bien que el pueblo pase hambre cuando él ha pagado 25 millones de dólares a los lobistas norteamericanos para que Joe Biden le reciba durante 5 minutos en la Casa Blanca. Que no está bien que coja un avión privado para que su hija vaya a alumbrar a su bebé a una clínica en Washington. Que no está bien que compren coches de marca Lexus por 120 mil euros cada uno para los 220 diputados y una flota de coches presidenciales en valores astronómicos, cuando no hay medicamentos en los hospitales, ni sillas en las escuelas. Que no está bien que paguen 320 millones de euros para que la selección argentina juegue un amistoso con la selección angoleña, mientras la gente muere de hambre y los jóvenes no tienen empleo. Han encarcelado a una joven influencer de nombre Neth Nahara, por denunciar violaciones sexuales y abuso de poder por parte de un alto cargo del gobierno, cuando ella era menor de edad. Las mujeres en Angola, que acuden a las comisarías de policía a denunciar actos de violencia machista, son agredidas sexualmente por esos mismos agentes en completa impunidad. En Angola mueren diariamente 14 mujeres en manos de hombres. En lo que va de año han sido asesinadas 3.453 mujeres según el Jornal de Angola, el periódico gubernamental de este país. La población idosa, las ancianas angoleñas, viven de la caridad de las iglesias y de los contenedores de basura, mientras los altos cargos de un gobierno de cariz y eslogan socialistas marxista-leninista, se pasean con coches de alta gama y otras beneces por Angola y por el mundo.

El presidente Biden ha decidido cerrar su mandato presidencial atando negocios con el gobierno de un país que tiene las manos manchadas de sangre de su ciudadanía.

Las intervenciones de EEUU y sus aliados en las dos últimas décadas en África fueron desastrosas; tenemos marcados los ejemplos de Libia y de los países del Sahel.

La nueva generación de africanos está atenta, consciente y no permitirá que los errores cometidos por sus antepasados les siga salpicando. La digitalización, las redes sociales vienen siendo vías alternativas de comunicación y denuncia en los países en donde los medios de comunicación públicos están secuestrados por el Estado. Por ello, será difícil seguir engañando a esta nueva generación que está tomando las riendas de su propio destino. Véase los hechos en Mozambique, el ejemplo de Botsuana y de otros países en África.

Es hora de que los países de la Unión Europea y EEUU definan sus posiciones. Y defienden los valores en los que dicen creer, como son la democracia, los Derechos Humanos, la buena gobernanza y las libertades. O bien, seguir apoyando y perpetuando a los regímenes corruptos, asesinos y descaradamente fraudulentos, en decadencia en los países africanos, en un momento de no retorno en la restauración de las soberanías africanas.

Los fondos de China y de Rusia a Angola en su mayoría acabaron desviados a cuentas bancarias de altos cargos. Los fondos de Biden corren exactamente el mismo riesgo. Porque un corrupto ladrón, lo será siempre. Ojalá estemos equivocados.