Aveces tengo nostalgia y salgo a charlar con ama para paladear tiempos que ni mejores ni peores, otros, como los recuerdos del Otamendi de Arrasate, donde entrábamos altivos en cuadrilla, hablando alto y creyéndonos los mejores, hasta que tras dar un par de vueltas mendigando algo de proximidad, terminábamos en la barra pidiendo otro cubata.

Al memorar aquello, me vienen a las meninges las vueltas que dan partidos españoles. El PP vocifera y sube el tono ayudado por una prensa panfletaria con que si el PSOE recibe bolsas de pasta, que es corrupto inigualable y yo que sé, hasta que de repente, en su paroxismo, se equivocan aprobando por no leerla una ley que no querían, les devuelven una querella o a uno de los jefes se le escapa en una reunión privada que es probable que el PSOE saque sus presupuestos y continúen un rato, y se provoca el silencio de esperar a otra legislatura.

Mientras tanto, el PSOE, que empezó jacarandoso con su política progre y anticorrupta tras la moción de censura contra Rajoy y ayudado por su prensa, aprobó por no leer unas jornadas de ultraderecha antiabortistas en el Senado y se encuentra con que quien fue ministro y número tres del partido parece que se corrompió más que los higos dejados al sol, y aunque lo cesaron, ya había sido ministro, secretario del partido y corrupto a un tiempo. Ahora a retirarse al claustro y esperar a ver qué dice la justicia.

Le pregunto a ama su opinión y me contesta que no le extraña que la gente se desafecte de la política, que mucho espectáculo hacia fuera y poca convicción y currelo en su interior, siempre crispados y esperando otras elecciones para seguir aparentando seguridad hacia fuera y con incertidumbre hacia dentro, igual que vosotros en el Otamendi, que empezabais chulitos, os huían las chicas y terminabais vosotros solos en la barra, aunque luego, ya en la calle, contarais maravillas. Bueno, le digo, entre nosotros alguno se echó novia. Sonríe y se pira.