La cena informal del Consejo Europeo del pasado lunes sirvió para poner de manifiesto las distintas posiciones que los líderes europeos y sus familias políticas mantienen en el peculiar juego de tronos que se desarrolla para renovar los altos comunitarios. Al órdago del Partido Popular Europeo (PPE) que pretende hacerse con dos cargos y medio de los cuatro en cuestión, respondieron con un “no de momento” los debilitados socialdemócratas, mientras los liberales de Macron se contentaban con un premio menor ante su debacle electoral y una tan empoderada como contrariada Meloni se plantó, impidiendo el acuerdo, en esta especie de primera tentativa de los jefes de gobierno de situar a sus peones al frente de la Comisión, el Parlamento, el Consejo y la Alta Representación de política Exterior y Seguridad. Todo quedó, por tanto, en una toma de temperatura o en el símil pugilístico, un intercambio de golpes inicial, antes del segundo y mucho más trascendente asalto del Consejo Europeo ordinario del jueves y viernes de la semana que viene.
El PPE juega fuerte
A la cita acudió el PPE venido arriba y pisando fuerte fruto de su victoria en las elecciones del 9J. Sus 190 escaños, con el 26,9% de los votos, avalan su órdago de exigir la presidencia de la Comisión, del Parlamento y la mitad del mandato de la presidencia del Consejo. Los nombres que se pusieron encima de la mesa contaron con un alto consenso, lo que no quiere decir que si no se alcanza un acuerdo global no salten todos ellos por los aires. Los jefes de gobierno aceptan inicialmente que en esta ocasión se utilice el método de candidato principal o spitzenkandidaten, es decir, que la candidata del partido más votado sea elegida por la Eurocámara como próxima presidenta de la Comisión Europea. De esta forma, Ursula von der Leyen repetiría un segundo mandato en el cargo. Para presidir el Parlamento, los populares proponen que también repita toda la legislatura, Roberta Metsola, que lo ha sido en los últimos dos años y medio. Para el cargo de Alta Representante de política Exterior y Seguridad, existe también un consenso previo en torno a la figura de la liberal, Kaja Kallas, ex primera ministra de Estonia, en un claro gesto hacia los Estados miembro fronterizos con Rusia, en plena guerra en Ucrania.
Socialdemócratas
La bronca surgió cuando los populares, además de los citados cargos, solicitaron también medio mandato de la presidencia del Consejo Europeo, puesto con el que en principio contaban. La candidatura del ex primer ministro portugués, António Costa, no halló resistencia por parte de los populares, pero siempre que solo cubra la mitad del mandato, pues, la otra mitad quieren que la ocupe un miembro de su partido. Le tocó al canciller Scholz y al presidente Sánchez oponerse a este órdago, en lo que no fue si no una primera refriega ante la batalla de poder que se avecina en el próximo Consejo Europeo. Los socialdemócratas acuden a esta cita debilitados con 136 escaños y un 18,89% de los votos, pero, sobre todo, con un fuerte varapalo sufrido por los alemanes del SPD que han sido “sorpassados” por los ultras de Alternativa por Alemania, quedando relegados al tercer lugar en los comicios europeos.
Plante de Meloni
La reina de este peculiar juego de tronos europeo no es otra que Giorgia Meloni, la primera ministra italiana, líder del partido ganador de las elecciones en su país, Fratelli Italia. Llegó además triunfante también de la organización de la Cumbre del G-7, donde vetó la inclusión de una referencia sobre el aborto en la declaración final, pedida por el presidente Macron. Y su imagen conduciendo a un confundido presidente Biden quedó en la retina de los líderes europeos. No quiso hacer declaraciones a los medios y su rostro de inicio reflejaba la contrariedad ante los planteamientos de populares, liberales y socialdemócratas de repartirse el pastel del poder sin contar con ella. Cuestionó el método de hablar de cargos sin definir previamente la agenda de prioridades 2024-2029 y se negó a negociar con un plante que bloqueó toda negociación. Meloni pretende que las instituciones europeas giren hacia la ultraderecha que, aunque formalmente más moderada, ella representa. La suma de los Reformistas y Conservadores e Identidad Democrática, los dos grupos de extrema derecha del Parlamento Europeo se han plantado en 141 escaños y un 19,59% de los votos. Una realidad tan tozuda como Meloni, que quiere hacer valer su poder para influir en la agenda europea y en los cargos de las instituciones.