Hay que aplaudir los reconocimientos pasados, presentes y futuros de Palestina y la reivindicación de la solución de los dos Estados para afrontar el sangrante conflicto con Israel. Un Estado “viable”, como bien ha señalado Pedro Sánchez. Los socios de coalición y de apoyo del presidente del Gobierno español han celebrado la decisión, aunque le piden ir más allá.

Algunos de esos socios, como Sumar, ERC y EH Bildu –también Podemos, pero dudo de que a estas alturas los morados puedan ser considerados socios–, por contra, han boicoteado la visita de Volodímir Zelenski y han rehusado siquiera encontrarse con él en el Congreso de los Diputados. La excusa ha sido enmarcar esta visita en la ayuda militar que va a recibir Ucrania por parte del Ejecutivo español. No quieren que el país agredido por una potencia militar imperialista y autoritaria como Rusia pueda defenderse y apelan a la solución diplomática. ¿Cómo de “viable” será entonces Ucrania? ¿Tendría que aceptar Zelenski la propuesta de Putin de acordar ahora el alto el fuego con nuevas fronteras en función de “las actuales líneas del campo de batalla”? ¿Es decir, con Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, aparte de las que ya se ha apropiado como Crimea, bajo soberanía rusa gracias a las armas?

No sé si en el caso del Estado de Palestina estos neopacifistas a tiempo parcial opinan que habría que imponerle también la prohibición de tener un ejército o disponer de armas o municiones suficientes para defenderse. O si en el caso de una imposible solución de los dos Estados para Catalunya y Euskadi –las Repúblicas de Ahora, para entendernos...– se deberían plantear medidas similares. El debate de la defensa nacional o estatal es tan viejo como la guerra. Pero el feo que algunos han hecho a Zelenski no se lo han hecho a Sánchez y su ayuda militar –es verdad que por la puerta de atrás y sin control democrático–, sino al pueblo ucraniano, al que también le siguen cayendo las bombas. Hay que hablar del gasto militar, pero también de lo que todos los europeos nos jugamos también en las guerras. En todas las guerras.