Hace poco ofrecimos en Sestao un concierto, y entre los ágapes del posconcierto, Carlos, el concejal de Cultura, y yo empezamos a hablar sobre el estado del euskera. (Tema que nos interpela a todos). Ambos somos euskaldunes. Con mérito de Carlos (euskaldun berri).

“Yo creo que los euskaldunes de zonas vascófonas donde la mayoría es euskalparlante tenéis ciertos reparos, porque incluís a Arratia y a Sestao de la misma manera y con el mismo proceder y comportamiento”, me decía él. Le dije que veo también reparo o incluso restricción erdaldun (o castellanoparlante) por cuanto que vivimos un mundo castellano distanciado del euskera.

Y entre la población de esa comunicación erdaldun, hay comportamientos diversos por razones diferentes, bien porque no tienen necesidad, les cuesta por edad o tienen dificultad, y también hay quienes tienen animadversión, digamos, los euskarafóbicos que menosprecian el idioma e impiden su desarrollo. Hay algunas sentencias de la judicatura que van en esta dirección.

Pero, cuando una lengua tiene un buen estatus y cuenta con el apoyo de sus habitantes, cuando ellos lo quieren y sienten que es necesaria, a pesar de todas las dificultades, progresará. Su prestigio va en aumento y la vida se mueve y nos da la oportunidad de ver nuevas perspectivas. Y hablando de perspectiva, hay un mensaje que hago mío: “Si cambias la manera de mirar las cosas, las cosas que miras son diferentes”. Por eso, en nuestras acciones, en nuestro discurso, atraer es fundamental. El lenguaje es una herramienta de comunicación de unos con otros para hacernos sentir y disfrutar lo que somos.

Pongo en testimonio mensajes con alto valor significativo de nuestros poetas, razonamientos que debiéramos tomar en cuenta: “Una lengua no se pierde porque quien no la conoce no la aprende, sino porque quien la conoce no la habla” (Josean Artze). “El euskera que no se usa, muere, como muere el corazón que no se mueve” (Bitoriano Gandiaga). “Siembra el euskera con una sonrisa en tus labios…” (Joseba Sarrionandia).

“Aquí no hay fuerza política como fortalecer el euskera”, afirmaba Bitoriano Gandiaga. Sin embargo, me remito al titular: “Es posible que dediquemos más tiempo a convencer a los convencidos o convencernos nosotros mismos que a convencer a los no convencidos”.

Y hablando de los no convencidos, como vivimos en el mundo de imágenes e influenciados por las redes sociales, quizás nos toca lanzar propuestas y eslóganes atractivos al mundo erdaldun, como aquel “Ven y cuéntalo”, como, por ejemplo, el joven japonés Hide Dohino que domina siete lenguas y se ha enamorado del euskera, “maiteminez, enamórate en euskera”.

Y hay a quienes aun queriendo les cuesta y aquí está la clave, ¿cuál es la forma más eficaz de atraer al euskera? Facilitar su acceso y desear o sentir la necesidad de aprenderlo y actuar con sensibilidad en cada situación. El tratamiento contrario al autismo es brindar afecto e interés y compartir las ideas con los demás.

En esa fuente de conocimiento, con el euskera hablamos del pasado, pero hablamos sobre todo del futuro y abrir códigos y horizontes es fundamental. Iñaki Gabilondo, entrevistó en Nueva York al reconocido neurocientífico Rafael Yuste en el que Obama le citó, apadrinó su proyecto y le acogió como gran científico que analiza el futuro. Y hablaban de curiosidades y misterios, de llegar al núcleo de lo que hemos sido y somos, pero mirando al futuro donde se pronostican cambios enormes.

Explica Rafael Yuste: “Yo no soy vasco, pero amo al euskera. Me parece precioso, tendrían que enseñarlo en todos los colegios en España y en Europa, el único idioma que nos queda en Europa preindoeuropeo, tiene una estructura gramatical precisa e increíble y una manera de describir al mundo muy directa que a mí me entusiasma”.

Bittor Kapanaga, investigador del euskera, al que denominábamos el Sócrates euskaldun que investigaba el pasado y a quien yo tanto estimaba, a mis preguntas sobre el euskera en su última etapa en la residencia, contestaba: “¿Dónde estamos, Bittor?”. “Aquí estamos. Con sopas en la mano y hablando castellano”.

Y para caminar, habremos de repensar y analizar lo que estamos haciendo bien y lo que no, con imaginación y nuevos planes para animar y dejar constancia a las nuevas generaciones, con respuestas nuevas y actualizadas.

Nuestros predecesores nos dejaron la herencia y tenemos la responsabilidad de trasmitir este legado a las próximas generaciones. Hablamos de transmisión y los jóvenes, adolescentes y niños de hoy, tienen la oportunidad de vivir y socializar en euskera, acceder a cualquier servicio y mejorar su euskera donde la lengua será su amiga y guía.

Pero frente a todo esto, el factor ambiental hace que por una razón u otra vaya más lentamente porque, aunque ha aumentado considerablemente el conocimiento, su uso aún es escaso; sobre todo en las ciudades, la mayor parte de la vida social se vive en lengua castellana.

Confrontando a los euskarafóbicos de aquí y de allá, persuadiendo y mostrando querencia, ilusión y habilidad, la recuperación del euskera pasará por ampliar todos los frentes, abriendo los ojos a las conductas cerradas y nos corresponde a nosotros transformar la realidad porque la lengua es la piedra que rueda y nos hace rodar y el euskera es un valor ancestral e idioma sin igual. Hay motivos para sentirnos optimistas; sigamos expandiéndolo, mano a mano, con fuerzas renovadas, haciéndolo mimar, creciendo y atrayendo. Ongi etorri euskal mundura!

Músico