La pérdida de peso a nivel global de la economía española parece imparable. El escaso crecimiento demográfico y el nulo avance de la productividad parecen condenar a España a ocupar un papel cada vez más mediocre en la escena económica internacional. Desde la crisis económica de 2008, España no ha parado de perder peso como gran economía mundial. Y lo cierto es que, de cara al futuro, las perspectivas son bastante pesimistas con nuestro país. La economía española acabará el año 2023 en el decimoquinto lugar de la clasificación de la Liga Económica Mundial elaborada por el Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales (CEBR), tras ser superada por México, aunque durante el horizonte de las proyecciones, que alcanzan hasta 2038, acabará cediendo un puesto ante el empuje de Indonesia para terminar en la posición 16.

España llegó a ser la octava economía del mundo entre 2004 y 2007, pero tras la crisis financiera, otra crisis de deuda soberana (que casi se lleva por delante el euro) y la recesión del covid, la economía nacional ha caído casi a la irrelevancia, superada por países emergentes (que presentan un crecimiento de la población más alto) y desarrollados (que se han comportado mejor en términos de productividad). El crecimiento de España en los últimos 20 años ha sido prácticamente inexistente. Pero España tampoco ha conseguido acercarse a los países más desarrollados del centro y norte de Europa. Y eso a pesar de que muchos de ellos están más envejecidos. Por ejemplo, hace dos décadas el PIB per cápita de Alemania era un 50% superior al de España, hoy es un 66% mayor. La pandemia ha sido la puntilla para España, ya que es el único país del euro que todavía no ha recuperado el nivel de actividad del año 2019.

España va a quedar fuera del grupo formado por las quince economías más importantes del mundo. El dato aislado es algo anecdótico, pero si se analiza con profundidad (echando la vista atrás) se puede ver el drama que vive la economía española desde el estallido de la crisis financiera de 2007. Más de dos décadas pérdidas en las que los recursos se han concentrado en sectores poco productivos (los años de la burbuja se destinaron grandes recursos a la construcción de vivienda) y que no fueron aprovechadas para implementar un cambio del modelo de crecimiento real.

Según revelan los datos del CEBR, la tasa anual de crecimiento del PIB en España se desacelerará hasta quedar en un promedio del 1,6% en los próximos cinco años, y posteriormente disminuirá hasta el 1,5% anual entre 2029 y 2038. La OCDE publicó recientemente un informe en el que revelaba que la economía de España caería en términos de PIB per cápita varias posiciones durante las próximas décadas. Los datos que proyecta esta institución dejan a la luz los problemas que lleva sufriendo la economía de España desde hace años y también destaca los problemas a los que se enfrentará en el futuro. La OCDE condena a España a décadas de mediocridad económica y subidas de impuestos.

El informe de la OCDE recalca el bajo crecimiento de la productividad o eficiencia en el trabajo. La productividad apenas ha crecido un 0,1% anual en el periodo 2007-2020. El organismo internacional confirma que el periodo 2007-2020 ha sido una década (y tres años) casi perdidos. La baja productividad y competitividad de las empresas españolas (muy centradas en sectores de bajo valor añadido) es uno de los lastres del crecimiento. La losa de la baja productividad impide la convergencia de la economía española hacia los niveles del resto de países desarrollados. Una vez agotado el impulso de la entrada de mujeres primero e inmigrantes después, al mercado laboral, el país carece de herramientas para seguir aproximándose al resto de economías avanzadas. La baja productividad va a provocar que la economía española caiga en hasta diez posiciones en el ranking de PIB per cápita (la distribución del PIB total entre el número de habitantes). Estimaciones de la ONU revelan también que la población de España comenzará a reducirse de forma inminente y esta caída de la población (sobre todo población en edad de trabajar) lastrará sobremanera el PIB potencial de España, con lo cual la economía española irá quedando relegada a una posición cada vez más discreta a nivel mundial.

Más allá de las crecientes críticas al PIB como indicador (no tiene en cuenta contaminación, desigualdad...), lo cierto es que el PIB absoluto dice muy poco del bienestar de los ciudadanos, aunque sí dice mucho del peso e importancia de esa economía a nivel global. Aun así, el PIB per cápita, algo más ajustado a la realidad económica de las personas, tampoco queda bien parado. La OCDE prevé un estancamiento del PIB per cápita de España hasta 2060. Varios países adelantarán a España en PIB per cápita en las próximas décadas gracias a un mayor crecimiento esperado de la productividad. En apenas cinco años, cuatro países del euro han superado a España en PIB per cápita: Eslovenia, Chipre, Malta y ahora, Estonia. Y el siguiente que viene es Lituania, que en el tercer trimestre se quedó a menos de un 3% de alcanzar a España. Estos países han aprovechado intensamente su entrada en la Unión Europea por la desaparición de las barreras al flujo de bienes y personas. De esta forma han podido captar una parte de la producción que se generaba en los países del occidente europeo y también una parte de los flujos turísticos hacia el Mediterráneo.

Economista