Podemos quedó fuera del gobierno de Sánchez por decisión de Yolanda. Es cierto que la líder de Sumar ofreció la cartera de Derechos Sociales a un dirigente de Podemos que cuenta con un currículum notable, pero carece de una cuestión fundamental para los morados a la hora de tener un asiento en el Consejo de Ministros: ser Irene Montero. Desde el mismo momento en que se supo que la formación liderada por Belarra se quedaría sin Ministerio, era cuestión de tiempo que sucediera lo que ha terminado sucediendo: que Podemos deje Sumar y se vaya al Grupo Mixto. Así lo contó en exclusiva Canal Red, el medio creado y dirigido por Pablo Iglesias. No sé si optará al Premio Pulitzer por esta revelación, lo que está claro es que nadie podrá echarle en cara no haber contrastado una información que ha obtenido de primera mano.

Más allá del debate jurídico, incluso ético, sobre si lo que ha hecho Podemos constituye o no un acto de transfuguismo, me llama la atención la cantidad de voces que consideran que esto es el fin de Podemos. Digo que me llama la atención, no que me sorprenda. Y es que para muchos de esos opinadores es más cómodo replicar el mensaje oficial creado en algún Ministerio, que ser coherentes con lo que decían hasta que Podemos se quedó sin el BOE como herramienta para despertar simpatía en las secciones de opinión de algunos diarios progresistas. Como si quedarse dentro de un Grupo Parlamentario donde no vas a tener ni influencia ni presencia fuera el principio. El principio del fin, en todo caso. La de Podemos es una decisión inteligente. Probablemente era la única que podían tomar y han aplicado la máxima del manual sanchista, la resiliencia. Vamos, lo que toda la vida se ha conocido como hacer de la necesidad virtud. Ahora, Podemos tendrá la oportunidad de diferenciarse del yolandismo y ocupar un espacio propio: serán libres para quejarse, criticar e, incluso, insultar. Desde luego, se les da mucho mejor que legislar. A los hechos me remito.