El 6 de octubre de 1973, fiesta del Yom Kipur, la celebración más sagrada del judaísmo, los ejércitos de Egipto y Siria lanzaron un ataque sorpresa sobre las posiciones israelíes, dando lugar a la conocida como “la guerra del Yom Kipur”.

La posterior crisis del petróleo comenzó el 16 de octubre, a raíz de la decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de no exportar más crudo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra.

La fuerte subida del precio del petróleo produjo hondas repercusiones en España, dado su carácter de país no productor de energía, fuertemente dependiente de las importaciones petrolíferas y con un modelo de crecimiento industrial basado en el consumo energético intensivo.

El impacto de la crisis del petróleo supuso el fin del prolongado período de expansión económica del que gozó el régimen franquista en la década de los años sesenta y el comienzo de una dolorosa adaptación de las empresas vascas a un contexto económico menos boyante.

El proceso de convergencia con Europa, que se inicia con la integración de España en la CEE en 1986, la creación del Mercado Único Europeo en 1993 y la posterior Unión Monetaria Europea en 1999, provoca una segunda ola de transformación económica que obliga a las empresas vascas a un esfuerzo adicional de adaptación competitiva.

Posteriormente, las empresas vascas han transitado por un período marcado por la globalización de los intercambios económicos, la crisis financiera de 2008 y las políticas de austeridad a ultranza promovidas por el Banco Central Europeo y el FMI, que prolongaron la crisis hasta 2014.

A medida que la economía transitaba por los escenarios enunciados, las empresas vascas han debido de transformar sus modelos de producción industriales. Así, durante gran parte del siglo XX, el modelo de producción en masa dominó la industria, permitiendo la producción a gran escala y la reducción de costes unitarios merced a la estandarización de los productos.

A finales del siglo XX se populariza el enfoque de la Producción Ajustada. Este modelo productivo se centró en eliminar el desperdicio, reducir los inventarios, producir justo a tiempo y optimizar la flexibilidad. Posteriormente hemos asistido a la progresiva digitalización de las empresas, aunque sin llegar a lograr la materialización de las promesas de la Industria 4.0

En el momento presente la economía mundial está cruzando el umbral de un nuevo período competitivo caracterizado por la alteración de las dinámicas de globalización y la readaptación de las cadenas de valor como consecuencia de las tensiones geopolíticas, los procesos de relocalización de la producción en nuevos países emergentes, así como el incremento del proteccionismo y del nacionalismo económico e industrial.

Adicionalmente, la sociedad vasca deberá afrontar las tres grandes transiciones: la demográfico-social (para abordar los retos sociales relacionados con el envejecimiento de la población y la carencia de personal cualificado), la energético-medioambiental (motivada por la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mitigar los efectos del cambio climático) y la transición digital (necesaria para adaptarse al rápido desarrollo de las tecnologías digitales y la emergencia de la Inteligencia Artificial).

En este contexto, la exigencia de transformación competitiva obliga a nuestras empresas a abordar una nueva ciaboga. Por ello, en el marco de esta dinámica de adaptación competitiva permanente, será preciso definir una agenda para la transformación empresarial en el horizonte 2030. Este plan de acción debería considerar, entre otros, los siguientes constituyentes:

– Impulsar la transformación de nuestra economía mediante la generación de una dinámica de continua migración hacia actividades y sectores dotados de mayor valor añadido y contenido tecnológico, propiciando la diversificación empresarial a través de la generación de nuevas actividades relacionadas con oportunidades propiciadas por las transiciones tecnológico-digital, energético-climática (economía circular, bioeconomía…) y sociodemográfica (economía plateada). Para ello será preciso impulsar en nuestras empresas el intraemprendimiento orientado hacia la diversificación empresarial.

– Acelerar la descarbonización de la Economía, incorporando los objetivos de sostenibilidad en la gestión empresarial, incrementando el empleo de las energías renovables y potenciando la economía circular.

-En el ámbito de la transformación digital, será preciso desarrollar las capacidades para la innovación en modelos de negocio y propuestas de valor digitales, así como propiciar la incorporación de la Inteligencia Artificial en los procesos de negocio.

– Adicionalmente, será preciso formalizar y aplicar una estrategia de gestión del talento que integre políticas tendentes a anticipar las necesidades de los perfiles profesionales futuros de las empresas y desarrollar políticas proactivas para saldar los déficits identificados. Complementariamente será necesario asegurar el alineamiento de las vocaciones profesionales a las necesidades empresariales mediante la mejora de la orientación educativa y profesional en edades tempranas y el fomento de las vocaciones en las disciplinas STEM, así como afrontar el relevo generacional y la transferencia del conocimiento intergeneracional.

Para ello será preciso dotar a las empresas con las estrategias y sistemas de gestión que les permitan conciliar la consecución de resultados a corto plazo con el desarrollo de las capacidades necesarias para afrontar la transformación empresarial mediante la materialización del modelo de referencia de la Empresa Ambidiestra.

La aplicación diligente de esta agenda para la transformación empresarial en el horizonte 2030 requiere articular una alianza público-privada con la participación de las empresas, las instituciones públicas y los agentes del conocimiento. Será mejor trabajar de forma proactiva que sufrir las consecuencias de la inacción. Director gerente de ISEA S.Coop.