La guerra en Ucrania se había convertido en un lúgubre runrún cotidiano. Hubo contraataques, que, al parecer, ganaban algo de terreno, a un coste considerable. En esa guerra hubo, y seguirá habiendo, víctimas civiles, incluso masacres de civiles, pero se nos transmitía que las batallas las libraban ejércitos. Putin, a consecuencia de la falta de municiones y armamento, llega a un oscuro acuerdo con Corea del Norte y previamente Irán le suministra drones. Irán había entrado en escena como suministrador de armamento más avanzado que los antiguos Kalashnikov. Zelenski recibe armas de occidente. El gobierno de Netanyahu, a pesar de su alineamiento con EEUU, no proporciona armamento a Ucrania, lo que no satisface demasiado en EEUU Partidarios de Trump en EEUU quieren interrumpir el suministro de armas a Ucrania y maniobran para ello.
Sin duda con el beneplácito de Irán, Hamás reinicia la espiral de venganza atacando y masacrando civiles israelíes, aprovechando que Netanyahu tiene fuertes problemas internos. Israel se moviliza. Netanyahu constituye, tras breves negociaciones, un gobierno de concentración. Entran en la espiral bombardeando Gaza, dicen que para liquidar a Hamás, pero matando a civiles, en medio de la miseria aumentada por el bloqueo total. Irán tiene sus propios problemas, con su población femenina que lidera un cuestionamiento del régimen como no lo habían tenido antes. Irán avisa que no se quedará como espectador en Oriente Medio, y Hezbollah entra en la ecuación.
Para Estados Unidos no es el mejor momento para una deflagración en Oriente, estando Ucrania como está y en medio de sus tensiones con China. De hecho hay unos primeros retrocesos en Ucrania. Los cataríes son los únicos que parece que hablan con todos. La ofensiva israelí se retrasa. Tras múltiples reuniones diplomáticas, hoy, al parecer, el propio Biden está en la zona.
Ahí está el borde del abismo. ¿Alguien entrará en razón o nos precipitaremos por él? @Krakenberger