Un tipo listo

Pedro Sánchez es un superviviente nato, experto en nadar en aguas revueltas. El problema de parecer que vives en una película de acción y que eres capaz de reponerte a cualquier obstáculo, por inverosímil que parezca, es que puedes terminar fagocitado por el personaje. Ante el grupo parlamentario socialista alertaba: “Veremos en programas de máxima audiencia a gentes que solo se representan a ellos mismos pontificar e insultar sin derecho a réplica. Se van a inventar barbaridades”. Pero una cosa es inventar (ahí estamos los medios y la hemeroteca para desmentir) y otra bien distinta es la crítica legítima a la gestión de su gobierno.

Éste sí que es listo

Hace unos días era Inés Arrimadas y el viernes el ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, anunciaba que no repetirá como candidato el 23-J. Argumenta que es para promover la renovación de las caras públicas, porque se abre una nueva etapa impulsada por Sumar. Sí, Alberto Garzón seguía siendo ministro, aunque no haya hecho mucho ruido, ni vaya a pasar a la historia, precisamente, por sacar adelante un gran número de medidas. De hecho, lo poco que ha aparecido ha sido para criminalizar a algunos sectores y grupos de consumidores. Eso sí, en su caso seguirá en política, que uno será comunista, pero no tonto.

Expulsar a los que saben

Dicen que, cuando uno no sabe, es bueno escuchar a quienes sí. Otra cosa es que lo que vayan a decir no te guste, o vaya en contra de tus intereses, y entonces coges y los vetas. Es lo que han hecho PP y Vox en la tramitación de la famosa ley de regadíos de Doñana: han vetado a todos los responsables. La iniciativa sigue adelante pero, curiosamente, no se escuchará en el Parlamento al presidente del consejo de participación, al director de la estación biológica ni al representante de la Unesco, que una supone que algo tendrían que decir. Todos ellos, qué cosas, contrarios con la norma que avala el gobierno de Juan Manuel Moreno.

Nos siguen avisando

No será por libros y películas sobre los riesgos para el ser humano de crear tecnologías demasiado inteligentes. “Yo, robot” hace un retrato que, en vista de los acontecimientos actuales, pone los pelos de punta. Imagine que un dron militar, controlado por Inteligencia Artificial, termina atacando al operador humano que lo controlaba, por entender que era un obstáculo para la misión. El problema es que no ha sido en una película, sino en un ejercicio real de la Fuerza Aérea de EEUU. Algunos siguen sin querer ver el peligro de la IA y la necesidad de pausarla y regularla.

¿Saben lo que hacen?

Parece que la Unión Europea no termina de comprender el software libre. Son ya dos las futuras leyes comunitarias que amenazan este tipo de proyectos. Reconozco que gran parte se me escapa, pero me apunto las preguntas que lanza Marcos Merino en Genbeta. ¿Estamos ante un caso de desconocimiento producto del analfabetismo digital o ante un sesgo pro-privativo que busca expulsar del mercado los proyectos open source, fundamentales en todos los ámbitos del software? Dicho de otro modo: Para qué vais a hacerlo vosotros de forma altruista si os lo puedo poner yo cobrando.