Román era de Algorta. Llegó un buen día al Centro Vasco de Caracas. Buscaba fortuna en aquella dura década de postguerra, pero no tenía suerte. Un buen día volvió a Euzkadi. Le rindieron los pocos bolívares de la época, y se compró un traje, un elegante abrigo, una bonita corbata y un sombrero. Tenía percha y labia. Se enamoró de una neska a la que le contó maravillas sobre su situación privilegiada en América y sus planes de futuro. Al poco se casaron y, ya como pareja, volvieron a Caracas. Allí Mertxe se dio cuenta que se había esposado con un fantasioso que construía castillos en el aire. Era verdad que trabajaba en una gran empresa pero solo era uno de los cuidadores del estacionamiento. Aquel matrimonio no fue bien y acabó fatal. No se debe ignorar la impura realidad.

No sé por qué me acordé de esta historia que nos contaba nuestra ama al escucharle a Maddalen Iriarte en el debate en ETB con las candidatas a las Juntas Generales de Gipuzkoa cuando criticaba a los partidos del gobierno e indicaba que con ella se iba a dar el paraíso en la tierra. Al preguntársele por su experiencia y si ésta consistía en lo que había hecho Bildu, cuando gobernó la Diputación (2011-2015), así como sus propuestas sobre energía y los parques eólicos, en Corrugados de Azpeitia, o con aquel famoso invento tercermundista del puerta a puerta impuesto a golpe de corneta, sin olvidar la chapuza de no construir la incineradora en Zubieta, teniendo que pagar posteriormente los gastos producidos para que ésta se hiciera en las dos legislaturas gobernadas por el PNV-PSE, puso cara de extrañeza. No le faltó a su realismo mágico la propuesta Robin Hood, aquella de quitar a los ricos sus dineros, para dársela a los pobres, que trataron de poner en práctica en su glorioso cuatrienio logrando ahuyentar a empresas y empresarios, pero sin mentar el único precedente que conocemos de recaudación inmediata de “impuestos” a los ricos como fue lo que bautizaron como “impuesto revolucionario” y que no era otra cosa más que robo, chantaje, extorsión y muchas veces muerte y en la mayoría de los casos tener que dejar de vivir en el país por parte de un empresariado altamente golpeado por la crisis. Era, pues, normal que la señora Iriarte repitiera que había que mirar al futuro y no al pasado. ”Debemos elegir entre avanzar o conformarnos”. Lógico. Un pasado tóxico de lo que mejor es silenciarlo porque solo aciertan cuando rectifican. Un pasado penoso del que nadie puede sentirse orgulloso, aunque la gran trampa es no querer hablar de él y que los demás caigan en ese cepo. Es peligroso en un baile de disfraces ir sin máscara. Pero hay que rrecordarlo, aunque no nos guste el drama. La memoria es “un músculo” que hay que ejercitar.

La Supersur de Casanova

El paradigma de todo este camuflaje es alguien a quien el olor agrio de la quema de contenedores en tiempos de Jarrai, no le inmutaba, como tampoco aquello tan humano de “socializar el sufrimiento”. Iker Casanova ha logrado el más difícil todavía a la hora de hacer la magia que predican. A raíz de la llamada “crisis de las listas de ETA”, según el PP, pocos hablaron de él. Casi todo se centró en los siete miembros de ETA que participaron en atentados que costaron la vida a seres humanos. Y es que alrededor suyo, y como buen camaleón, ha tejido una capa protectora como el teflón que le aísla de su pasado. Siempre son los demás los malos y siempre ataca para que no le ataquen. Cuando clava sus dientes, es difícil lo suelte.

Al PP le ha venido bien esta polémica como eje de campaña para señalar a un PSOE que estuvo dos días noqueados y sin dar explicaciones para luego decirnos que ya no existe ETA y que ese milagro lo lograron solo Rodríguez Zapatero, Patxi López y Rubalcaba. Se olvidaron del insigne Eguiguren, que por ahí anda reivindicando que lo logró casi él solito en Txillarre. Todo este montaje ha sido realmente curioso porque el presidente fundador de AP y luego del PP fue un ministro de Franco que votó SI a fusilar a Julian Grimau, tras torturarlo y echarlo por la ventana hace ya sesenta años.

Tampoco el PSOE ha estado muy listo recordando que ETA pm llegó a las instituciones de la mano del gobierno de Calvo Sotelo y del ministro Juan José Rosón y, Mario Onaindia fue senador; Eduardo Uriarte, concejal en Bilbao y Rodríguez Azpiolea, periodista experto en poner en El País a los antedichos, como los héroes de la democracia. ¡Cosas veredes, Sancho!. También es cierto que mucha culpa de esto la tenemos nosotros por no contar la historia como fue.

Viendo este potaje, hay que decir que Iker Casanova es el más ideologizado de los candidatos de Sortu en liza. Marxista leninista de los que creen que el fin justifica los medios se niega de manera beligerante a condenar a ETA. Un tipo como él no admite una enmienda a su brillante curriculum de dirigente de EKIN, grupo responsable de transmitir las órdenes a ETA en todo aquel conglomerado y por eso al parecer y por su pertenencia a aquella asociación de Boy Scouts que fue Jarrai, fue condenado en el sumario 18/98 a once años de cárcel por pertenencia a banda armada . Y en ella estuvo.

Duro fajador y con labia de vendedor de corbatas usadas, era de verle el pasado miércoles 17 en el programa-debate organizado por ETB con los cabezas de lista de Bizkaia para las elecciones a Juntas Generales y por tanto a Diputado General. De los cinco, cuatro eran mujeres y él, el único hombre. Al parecer, Bildu no ha querido una mujer para optar a este importante cargo, cuestión que no le arredró a la hora de atribuir todos los males de la historia al EAJ-PNV, al que desea vehementemente desalojar de todas las instituciones.

Fue curioso cuando el moderador del programa, Xabier García Ramsdem, les preguntó a todas las candidatas y, a él, por el capítulo de la seguridad ciudadana en Bizkaia y sin inmutarse, y en lugar de explicar sus planes para combatir todo tipo de delitos, violencia, robos y demás lo desvió a la seguridad, no la física, sino la seguridad de tener un sueldo decente a la hora de comprar en un supermercado y a la seguridad de tener una casa para que los jóvenes se emancipen ya que las políticas del PNV no les dejan. No entró a la seguridad sobre la extorsión y violencia quizás para que no le recordaran que él vivió cómodo con la violencia y que nos mantuvo a todos bastante inseguros en aquellos años de cólera y plomo. Por la paz un avemaría, pero rezada por él.

Y estuvo bien la candidata del EAJ-PNV, Elisabete Etxanobe, cuando al hablar de la Supersur, Casanova le dijo que solo la usa algún despistado que se equivoca de autovía y que costó construirla 2.000 millones. Etxanobe le puntualizó diciéndole que costó 800 millones y la usan diariamente 18.000 personas. También le contó los planes para ella sin olvidar el Puerto. Casanova, ante la evidencia no se ruborizó, ni pidió excusa alguna, sino siguió con su crítica demoledora, metiendo de matute el vertedero de Zaldibar, sin olvidar de la “corrupción de la derecha vasca”, como si lo que hizo ETA y los apoyos que tuvo no fueran el ejemplo de la mayor corrupción que hemos tenido en la historia. Y es que a este tipo de políticos no le importa mentir con objeto de conseguir su objetivo algo, por lo demás, muy propio de su ideología autoritaria. Para colmo hablan de su ansiada unión de la izquierda, pero no mentan su gran hazaña como ha sido comerse con patatas a la EA fundadora de BIldu, tras haberle sacado todo su jugo en el baño María de mirar al horizonte y al futuro.

Posteriormente, en Telenorte lo vio un amigo, enchaquetado y locuaz, que me dijo: ”Casanova y los suyos han montado un programa de gobierno en el que mezclan populismos y alternativas a proyectos consolidados del PNV. Son hábiles. Hablan de Busturialdea, no de Urdaibai; no se oponen directamente al Guggenheim Urdaibai pero están en contra de la turistificación de la economía, se apoyan en los desencantados para crear alternativa y en los descartados para crear electorado. Califican al PNV de derecha, emparejándonos con el PP y declaran que solo van a hacer pactos con la izquierda aunque están abiertos a todos con el fin de mejorar el bienestar de las personas. Pura palabrería de gente que nunca ha hecho nada serio por este país”. Un experto en pirotecnia verbal. Mejor así que cuando los suyos utilizaban la otra.

Por esta razón y ante la irrupción de este personaje en campaña como síntoma de algo distinto a lo conocido hasta ahora, es bueno decir que tienen que estar claros los bizkainos. Si Casanova hubiera sido Diputado General en el pasado no hubiera habido ni Metro, ni Guggenheim, ni Supersur, ni Zabalgarbi, ni devolución del Concierto, ni estatuto de Autonomía. El puerta a puerta hubiera sido, bajo su mandato, una anécdota ante el ejercicio de un planteamiento sin duda autoritario basado en su camuflada ideología. De ahí la necesidad de abrir los ojos y no chuparse el dedo. Y mucho menos este 28 de mayo.

En resumen. En tiempos de crisis los inteligentes buscan soluciones, los inútiles buscan culpables sin asumir nunca su responsabilidad. l

Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)