La aparición de ChatGPT, una herramienta de Inteligencia Artificial orientada a procesar y generar lenguaje natural, ha provocado un considerable revuelo mediático.
Este revuelo se debe a la capacidad de ChatGPT para generar texto coherente y relevante en respuesta a una variedad de entradas de texto, circunstancia que lo hace útil en una amplia gama de aplicaciones.
Así, ChatGPT es capaz de producir texto de alta calidad que a menudo es difícil de distinguir del texto escrito por las personas, lo que ha conducido a debates sobre su impacto en el futuro del trabajo.
Según economistas de la banca Goldman Sachs, hasta 300 millones de empleos podrían verse afectados a nivel mundial por la nueva ola de la Inteligencia Artificial Generativa.
El estudio afirma que el 18% del trabajo mundial podría automatizarse y que los efectos serían más intensos en las economías avanzadas que en los mercados emergentes: por ejemplo, en Estados Unidos y Europa, aproximadamente dos tercios de los empleos actuales estarían expuestos a algún grado de automatización mediante la aplicación de la Inteligencia Artificial, y hasta una cuarta parte del trabajo total podría ser realizado completamente por la Inteligencia Artificial.
El estudio de Goldman Sachs afirma que la adopción generalizada de la Inteligencia Artificial podría generar un incremento de la productividad laboral e impulsar el PIB mundial en un 7% anual, durante un periodo de diez años.
Estas predicciones han suscitado la natural alarma en una sociedad que observa sorprendida la magnificación de los efectos generables por la automatización derivada de la aplicación de la Inteligencia Artificial. Resurge el temor a que el progreso tecnológico conduzca a un desempleo masivo.
Afortunadamente, Greg Ip, comentarista principal de economía en The Wall Street Journal, ha sacado a relucir la denominada paradoja de Jevons para analizar el impacto potencial de ChatGPT.
En la década de 1860, el economista británico William Stanley Jevons observó que, cuando las máquinas de vapor más eficientes redujeron el carbón necesario para generar energía, la aplicación del vapor se generalizó y el consumo de carbón aumentó.
La paradoja de Jevons propugna que cuando el progreso tecnológico aumenta la eficiencia en el empleo de un recurso (reduciendo la cantidad necesaria para cualquier uso), el coste decreciente de su uso aumenta la demanda, incrementando, en lugar de reducir, el uso del recurso.
La segunda revolución industrial introdujo la maquinaria eléctrica y la línea de montaje. Quizás el exponente más relevante de su aplicación sea la Ford Motor Company. Las técnicas de automatización aplicadas por Ford permitieron reducir el tiempo de montaje de un vehículo desde las doce horas a 90 minutos, y el precio de adquisición se redujo de 850 a 300 dólares.
La introducción del automóvil creó 6,9 millones de empleos netos en los Estados Unidos en el período comprendido entre 1910 y 1950. Esta cifra corresponde al resultado de la creación de 7,5 millones de empleos en el sector de la automoción y la destrucción de 623.000 empleos en ocupaciones como la fabricación de carruajes, arneses y monturas, así como la desaparición de actividades como la cría de caballos y las herrerías.
De forma equivalente, la aparición del ordenador personal permitió la creación neta de 15,8 millones de empleos en los Estados Unidos a partir de 1980. Si bien se perdieron 3,5 millones de empleos como consecuencia de la introducción del PC, incluyendo los trabajadores que fabricaban máquinas de escribir y ocupaciones como secretarias, contables y administrativos…, en paralelo se crearon 19,2 millones de nuevos empleos en la fabricación de hardware, el desarrollo de software o las nuevas ocupaciones ligadas al despliegue y uso de las TICs en las empresas.
Como se aprecia, la paradoja de Jevons es aplicable a los insumos basados en la información, no sólo a materiales como el carbón. Otro ejemplo: hasta la década de 1980, manipular grandes cantidades de datos -por ejemplo, calcular cómo un aumento de los tipos de interés modificaba los beneficios futuros de una empresa- requería mucho tiempo y era propenso a errores.
Entonces aparecieron los programas de hojas de cálculo VisiCalc en 1979, Lotus 1-2-3 en 1983 y Microsoft Excel en 1985. De repente, se podía cambiar una cifra y recalcular un conjunto de variables relacionadas. Esto simplificó la contabilidad rutinaria y posibilitó nuevas tareas sofisticadas de gestión administrativa.
La nueva tecnología impactó en el oficio de los contables: sólo en los Estados Unidos su número se redujo en un 44%, desde los dos millones censados en 1985. Sin embargo, las personas capaces de manejar las hojas de cálculo se convirtieron en recursos muy cotizados. A partir de 1985, el número de contables y auditores creció un 41%, hasta alcanzar los 1,8 millones de empleos, mientras que los gestores financieros y analistas de gestión, que la Oficina de Estadísticas Laborales ni siquiera contabilizaba antes de 1983, casi se cuadriplicaron, hasta los 2,1 millones de empleos.
Algunos economistas aplican el término falacia ludita a la creencia por la cual el desempleo generado por la innovación tecnológica conduce inexorablemente al paro estructural. Históricamente estas predicciones apocalípticas nunca se han visto refrendadas por la realidad. Contrariamente a estas creencias, la innovación tecnológica ha generado más empleo del que ha destruido, estimulando la demanda y mejorando las condiciones de vida de la humanidad. No hay razones para pensar que el caso de la Inteligencia Artificial sea diferente.
Director Gerente. ISEA S.Coop.