Recién estrenada la estación del otoño, las televisiones se han vuelto a poner en marcha con el ánimo renovado de llegar a los televidentes sin prisas pero sin pausas, en un ejercicio de creatividad, empeño televisivo y búsqueda de rentabilidad tan necesaria para la supervivencia. Estas semanas las cadenas han refrescado las ofertas, manteniendo en antena una nueva temporada, o presentando nuevos programas, presentadores y contenidos que llamen la atención de una audiencia muchas veces harta de lo mismo, los mismos y los repetidos formatos de tele en la aldea global de nuestros pecados. Entre sorpresas, novedades de tono menor o experimentos de dudoso futuro, Aruseros se ha convertido en el sorprendente crecimiento de las horas de emisión, que mantendrá su espacio en la actual programación y aumentará al fin de semana, de los sábados, en un ejercicio de tele punto cutre de la mano de un maestro del negocio, Alfonso Arús; el rey de la moviola desplegará su ejército de chicas y chicos que machacarán al espectador al ritmo del decir dicharachero de quien se iniciase en esto de la tele hace varias décadas. Eterno decidor de guiones bien construidos pero con escasa frescura y novedad. Las tardes de sábados y domingos se han convertido en horas trampa para atraer la audiencia y los programadores buscan la piedra del éxito con películas de clase b, magacines de ligero contenido y programas de cotilleo y famoseo de escasa enjundia. En este panorama de tele de poco pelo, avanza poderoso el divino calvo, dispuesto a zamparse la competencia y sus derivadas. Arriesgada decisión la de dar la batuta de la tarde, a quien bate las mañanas de siete y media a once, en una larga travesía televisiva, a base de tertulia de seis personajes en busca de autor. Parece decisión arriesgada en un momento en que las ofertas son agresivas , poderosas y de altos costes de producción y la competencia busca lucimiento y éxito informativo y de entretenimiento. Recurrir a una momia del pasado puede funcionar en la parrilla de programación; es un reto peligroso pero necesario.