Toros en zestoa

El jueves 8, acudí a la novillada de Zestoa invitado por un zestoarra de pro. Una plaza, la del pueblo, en donde ya se celebraban espectáculos taurinos en 1666 y un vecindario que, hace diez años, aprobó la continuidad de los festejos en referéndum, con una participación del 50,5% del censo vecinal y un 63,9%, de votos favorables, no es moco de pavo.

El festejo, entrañable, tiene embrujo. Un rito que comienza con la interpretación del pasodoble Amparito Roca de Jaime Texidor que, me advierten, es algo así como el himno oficioso de Zestoa y con tal respeto lo participan y debemos escucharlo, interpretado por los profesores (uno de tuba lo es por partida doble) de la banda municipal.

Dos erales de encaste Santa Coloma, negro entrepelado el primero, cárdeno el segundo ambos bien presentados, del ganadero, veterinario y periodista Adolfo Rodríguez Montesinos, de Oropesa (Toledo), abonado a la plaza y que, visto el buen resultado, me imagino repetirá el año que viene, para el novillero Alejandro Chicharro Barquero, al que la presidenta, una octogenaria aficionada y entendida, tras brillantes faenas a ambos, concedió, a solicitud del respetable que llenaba los tendidos y siguió el festejo con seriedad, tres merecidas orejas que permitieron la salida a hombros del diestro.

Exento de tuberculosis

Condición de la que ganaderos, administraciones y veterinarios vascos, podemos presumir, por el trabajo realizado estos últimos cuarenta años, aunque haya costado dinero, esfuerzo, lágrimas y sudor.

La tuberculosis o TB es una zoonosis causada por un grupo de bacterias agrupadas en el complejo Mycobacterium tuberculosis que afectan a los pulmones, pero también pueden hacerlo a otros órganos, como los riñones, la columna vertebral y el cerebro. No todos los mamíferos infectados por estas bacterias enferman, ni presentan lesiones visibles. Existe la infección latente. Si no se trata, puede ser mortal.

De momento, sólo existe una vacuna eficaz desde 1925, la Bacille Calmette-Guérin (BCG), que desde 1974 se administra a más de cien millones de niños cada año en todo el mundo y les confiere protección, aunque no absoluta, frente a algunas formas de la enfermedad. Sin embargo, en adolescentes y adultos, la eficacia de BCG varía en función de varios factores, según comunican Carlos Martín y colaboradores, de la Facultad de Medicina de Zaragoza en su artículo MTBVAC, una vacuna viva contra la TB preparada para iniciar ensayos de eficacia 100 años después de la BCG, publicado por la editorial ElSevier el pasado mes de diciembre.

Los autores, descubridores de la nueva vacuna, tras veinticinco años de investigación, basada en bacteria viva atenuada, que se encuentra en un grado de desarrollo muy avanzado y con muchas probabilidades de éxito, añaden que, a pesar del uso generalizado de BCG, la tuberculosis sigue siendo la principal enfermedad transmisible de las vías respiratorias que amenaza la salud pública, cuya mortalidad en 2020, sólo ha sido superada por la covid-19.

La vacuna zaragozana, tendría unos efectos mucho más amplios, especialmente en lo que se refiere a las formas no pulmonares, en las que, repito, la BCG, tiene escasa o nula acción.

Las bacterias se transmiten de un paciente a otro por el aire y afecta a los que se encuentran alrededor o por ingestión de la leche cruda. Está presente en las personas, bóvidos, caprinos, cérvidos, camélidos y bisontes. Los jabalíes no la padecen, pero son reservorios y la transmiten, siendo, junto con los cérvidos, un peligro potencial para los rebaños en régimen extensivo.

La tuberculosis humana ha discurrido en paralelo con la de los bóvidos, desde siempre. Era normal que una persona enferma en el caserío la transmitiera a su ganado y viceversa.

Cuando se contempló en 1965, la campaña de lucha contra la enfermedad animal en España, la mayor parte de Europa occidental –Dinamarca, Finlandia, Gran Bretaña, Luxemburgo, Noruega, Suecia, Holanda y Suiza- llevaba cinco años con la tuberculosis erradicada y otros muchos países estaban en disposición de erradicarla.

En 1980, quien fuera, entonces viceconsejero y más tarde consejero de Agricultura, el veterinario José Manuel Goikoetxea, planificó la Campaña de Saneamiento en colaboración con los profesionales directamente implicados. Existían, voluntad política y dotación presupuestaria para iniciar una campaña que implicaría a todas las vacas de las ganaderías vascas.

Un equipo integrado por un veterinario y dos ganaderos de la comarca que actuaban como ayudantes, visitaban cada caserío, realizaban la inoculación intradérmica a todas las reses y regresaban a los tres días a comprobar la reacción. En el caso de ser positiva, se marcaba al animal con una T en la oreja y el ganadero disponía de tres meses para venderla al matadero. Salvo contadas excepciones, la carne siempre es apta para el consumo.

El problema surgía cuando en el matadero, no se apreciaban las lesiones típicas, por lo demás, algo bastante frecuente, pero incomprensible para los ganaderos, que les exigía un acto de fe, que no siempre estaban dispuestos a realizar y surgían las discusiones.

Limpiadas y desinfectadas las instalaciones, se procedía a introducir ganado nuevo, sano y genéticamente mejorado para la producción lechera, subvencionado por las instituciones.

El liderazgo indiscutible de Goikoetxea, la buena organización, la seriedad y profesionalidad de los veterinarios y la agilidad administrativa a la hora de abonar indemnizaciones y subvenciones, consiguieron que la campaña en Euskadi fuera un rotundo éxito y que en este momento dispongamos del estatus “Exento de tuberculosis”.

Y sabiendo esto, todavía las grandes distribuidoras, con Mercadona a la cabeza, regatean a los ganaderos los céntimos por litro que suponen su dignidad. Yo sigo con mi marca de Km0.

Hoy, domingo

Marmitako. Fresas. Queso de Erniope de Asteasu. Vino rosso Epicuro, Montepulciano D’Abruzzo. Café.