Quinientos años –día arriba, día abajo– después de que Juan Sebastián Elkano y el resto de la diezmada y demacrada tripulación de la Victoria completaran en un penoso viaje de tres años la primera vuelta alrededor del mundo, todavía quedan terraplanistas. Aunque aquellos marinos demostraran que se puede llegar al mismo punto de partida circunnavegando el mundo. Opinarán que “el sistema” lleva engañándonos a todos más de cinco siglos y que la Tierra es plana, como sus encefalogramas. Dentro de unos días, más de un centenar de estos terraplanistas se juntarán en Menorca en un Congreso (!?) en el que intervendrán “referentes del cuestionamiento cosmológico”. Seguro que algunos de quienes allí estarán, incautos, creen de verdad en estas ridículas conspiraciones pero la mayoría son jetas, aprovechados profesionales, vividores –no han elegido precisamente el Sáhara para reunirse...– y negociantes del conspiracionismo. O pijos aburridos. Prefieren, sin duda, vendernos “hechos alternativos”, como llama Donald Trump a las burdas mentiras que él mismo produce, a la verdad científica y constatable. La gesta de Elkano al completar la primera circunnavegación de la historia allá en 1522 es comparable, salvando los siglos y el márketing, a la primera vez que el ser humano pisó la Luna. Entonces, Neil Armstrong pronunció aquello de “un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad”. En el caso de Elkano, cada cual ha querido arrimar el ascua a su sardina. Aquí, por ejemplo, ha habido quien ha mostrado el “orgullo” que sentía por “una gesta para la Corona y la nación española” y por la “aportación de los vascos a la historia y los éxitos de nuestro país”. No sabemos si el navegnte de Getaria dijo que aquella hazaña fue una pequeña vuelta para el hombre pero una gran vuelta para la humanidad, pero muchos –contrarios y contradictorios– sigue en su terraplanismo patriótico del Elkano imperial que nunca fue o del Elkano imperialista que tampoco. Y es que nuestro mundo, además de ser redondo, “y sin embargo, se mueve”... pero los inmovilistas y los del “cuestionamiento cosmológico”, definitivamente no.