- A Pedro Sánchez deberían perseguirle mientras viva sus palabras sobre la matanza de 37 migrantes -cifra oficial que se hace corta- a manos de la policía marroquí mientras trataban de saltar la valla de Melilla. Fue, según él, una operación "bien resuelta". Lo espetó con un punto de molestia cuando le preguntaron por el asunto en la comparecencia a su mayor gloria tras aprobar el nuevo paquete de parches y medidas pirotécnicas anticrisis. Con el paso de las horas y ante la estupefacción general por su falta de humanidad, matizó que sentía mucho la pérdida de vidas, pero insistió en lo principal: Marruecos había cumplido su parte del acuerdo para evitar tensiones migratorias y, si hay alguna culpa, es la de las mafias que convierten en carne de cañón a los desesperados del continente maldito.

- Por un lado, no me hace falta imaginar lo que se estaría diciendo -¡y haciendo!- si tales desvergonzadas declaraciones las hubiera proferido un presidente del PP. Arderían no solo las tertulias progresís sino, con razón, las calles. Por otro, hilando solo media gota más fino y conteniendo el asco y la rabia por la matanza prácticamente a sangre fría, no puedo dejar de señalar que en estos mismos días han estado llegando a Canarias vía Marruecos varias decenas de migrantes. La evidencia palmaria es que el régimen asesino de Rabat se está pasando por el forro sus acuerdos con el internacionalmente enclenque Gobierno español. O, como ha escrito el obispo Munilla y hasta yo me siento incapaz de desmentir, "El Gobierno de Marruecos reprime ahora con sadismo a los inmigrantes que llegan a nuestras fronteras, como contraprestación a la traición del Gobierno Español a los derechos del pueblo saharaui... Es inexorable: de cada injusticia se derivan nuevas injusticias".

- Cada vez resulta más difícil pensar que los subsaharianos que ahora se entierran a toda prisa en Nador no sean víctimas colaterales de los 2,6 gigas de datos que se chuparon del teléfono de Sánchez a través del dichoso programa Pegasus. Todo, ante las medias palabras del socio de gobierno del PSOE, que amaga pero no termina de dar. Porque estará muy bien mostrar incomodidad y farfullar entre dientes que habrá que dar explicaciones, volviendo a pasar por alto la tremebunda evidencia. Mientras Unidas Podemos continúe en el Gabinete, tendrá que asumir como suyas todas sus decisiones. Y eso vale para la organización de la cumbre de la OTAN o, como es el caso, para el encogimiento de hombros ante la matanza en la valla de Melilla. l