- Lo de los términos jurídicos a veces roza el sarcasmo. Eso que llaman inviolabilidad, que ya suena un rato raro, es pura y simple impunidad. Y lo es especial y desvergonzadamente si, como es el caso, se aplica a la figura del titular de la corona española. Felipe VI podría cometer una violación, dar matarile a un fulano, atracar un banco, cobrar comisiones millonarias (¿les suena?) o hasta ir a 250 kilómetros por hora en sentido contrario en una autovía y no habría forma de emplumarlo. Según la portentosa y requetedemocrática Constitución española, el monarca no tiene que responder de sus actos. Y punto pelota. O quizá no tan punto pelota. Hay juristas nada sospechosos de ser disolventes republicanos que aseguran que, al consignar la tal inviolabilidad, los redactores de la Carta Magna se referían exclusivamente a los actos del rey (el que tocara) en el desempeño de sus funciones. Lo otro, los personal, quedaba fuera. Parecía muy lógico. Pero el paso del tiempo ha demostrado que el blindaje abarca también las fechorías privadas.
- Tal lacerante injusticia seguirá inalterable por los siglos de los siglos. Cada intento por darle un toque de racionalidad a la prerrogativa casi feudal ha tenido enfrente a los bastiones políticos de lo intocable. Volvió a ocurrir ayer, cuando el PSOE hizo de nuevo piña con los que suele tildar de enemigos de la libertad y el progreso, o sea, PP y Vox, para impedir que la mesa del Congreso admitiera a trámite la propuesta del PNV de reformular los términos en que cabe aplicarse la inviolabilidad al jefe del Estado. Ni de lejos se trataba de una iniciativa rompedora que sacudiese los cimientos del régimen. Se pretendía, a través de un retoque a la Ley del Poder Judicial, abrir una vía para que el Tribunal Supremo pueda juzgar posibles delitos privados del monarca.
- Pero ha sido nones y con la coartada habitual del informe de los letrados de la Cámara, que siempre que se ha dado una circunstancia similar, han tirado del comodín facilón: para eso hay que reformar la Constitución. Como ya se ha dicho, hay constitucionalistas con mucha bibliografía presentada que sostienen que no es así. Pero, incluso aunque lo fuera, no debemos perder de vista que en lo testimonial esta era una oportunidad de oro para que el PSOE se desmarcara de hecho y no de boquilla de PP, Vox y lo que quede de Ciudadanos. Incluso para ser coherente por una vez. No se olvide que el propio Pedro Sánchez dijo hace nueve meses que la inviolabilidad del rey no es propia de una democracia consolidada. l