as Bardenas Reales tienen un atractivo innegable por muchas cuestiones, pero hay una razón concreta que no soy capaz de entender: el magnetismo que ejercen las maniobras militares en algunos turistas. Es ensordecedor, por no decir intimidante, estar paseando por este parque natural mientras los aviones rompen la barrera del sonido y sueltan munición (a veces real). Por eso, cuando los franceses plantan su caravana y contemplan con admiración el cielo mientras se zampan un bocata de jamón, me pregunto hasta qué punto al ser humano le atraen las guerras. Las imágenes de estos días en Bucha han vuelto a traernos a la memoria que en el momento en el que el sentido común deja paso a la fuerza siempre pierden los mismos. No sé cuántos de esos imberbes a los que han mandado a arrasar con la población ucraniana dudarán en el momento de llevar a cabo una ejecución, ni cuántas víctimas ucranianas se convertirán en verdugos justificando el sadismo bajo el argumento de la defensa, pero sé que es imposible adivinar cuál será nuestra respuesta si nos pusieran una pistola en la mano y nos obligaran a disparar bajo amenaza de perder nuestra vida o la de los seres queridos. ¿Convertirnos en monstruos o salvadores? ¿Héroes o villanos?