a religión católica nos recuerda que somos materia orgánica, aunque más poéticamente. "Polvo eres y en polvo te convertirás", se advierte al inicio de la Cuaresma, por si a alguien se le había olvidado que algún día pasaría a mejor vida. Y aunque la incineración ha ido subiendo enteros en los últimos años, para que la transformación del cuerpo sea más rápida y más barata, ha surgido otro tipo de viaje al otro barrio, una novedad que llega del otro lado del charco. En este caso no nos convertimos en polvo sino en compost. Sí, del que sirve para abonar los cultivos. Esta modernidad funeraria empezó a ofrecerse en 2019 y forma parte de las nuevas corrientes medioambientales ya que el método, por lo visto, es más respetuoso con el planeta que la incineración porque gasta menos energía. Los ciudadanos pueden solicitar convertirse en compost humano. Cuando llega el momento, el cuerpo se eleva a determinada temperatura y, en unos meses, los microbios transforman a la persona en humus. Los huesos no, por lo que deben ser triturados. Después, vuelve el conjunto a la tierra por un mes. Un vez finalizada la receta se entrega esta tierra llena de minerales a los familiares. No sé si el método tendría éxito entre nosotros. Aunque visto lo vacíos que están los contenedores de orgánico, igual no.