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Mesa de Redacción

Eduardo Iribarren

Con Ucrania

artiendo del hecho de que el envío de armas a Ucrania para que se defienda de la invasión rusa no implica la renuncia a las vías diplomáticas para detener la guerra, parece obvio que lo que estamos viendo tras los primeros diez días de ocupación es el afán de Putin de someter la voluntad de Ucrania a los deseos de Moscú, anulando su realidad nacional a bombazo limpio. Observando el conflicto desde Euskadi, surge espontáneamente la empatía y la solidaridad con esas gentes cuyo país está siendo invadido mediante la destrucción y la muerte por un enemigo que abusa de su potencia de fuego para imponer el unionismo ruso. ¿Tienen los ucranianos derecho a recibir ayuda para defenderse de esta agresión, para resistir a los ocupantes de sus pueblos y ciudades? La izquierda abertzale ha dicho que no, que allá se las compongan y lo fía todo a que el resto del mundo acierte con la tecla diplomática que haga recapacitar a Putin. El problema es que Putin ya ha dicho a todo el que le quiera oírle que Ucrania y Rusia "son el mismo pueblo", por supuesto, con Moscú como capital del imperio. Es normal que a la izquierda abertzale le cueste alinearse con las posiciones en las que también se encuentra el atlantismo, pero desde un país como el nuestro, o como Catalunya o Escocia, que aspira a que su voluntad para decidir su futuro sea respetada siempre y en todo lugar, creo que en estas dramáticas circunstancias no cabe otra postura que el apoyo incondicional a Ucrania.