a reciente aprobación por parte del Gobierno español del Anteproyecto de Ley de Regulación para el Impulso de los Planes de Pensiones de Empleo, -que se debatirá en el Congreso de los Diputados el próximo mes de septiembre, para su aplicación a partir del 1 de enero del próximo año-, ha confirmado de una vez por todas, la falta de voluntad y decisión existentes en este país para implementar y desarrollar un modelo propio de EPSV de empleo, a pesar de ser pioneros en el Estado y contar con entidades de éxito como Geroa Pentsioak, que lleva 25 años complementando las pensiones públicas al 32,59% de los trabajadores de Gipuzkoa.
Gracias a esta inoperancia por parte de todos los actores concernidos en este asunto, tanto instituciones, como empresarios y sindicatos, el Gobierno español no solo ha tomado como ejemplo el modelo de Geroa Pentsioak para poner en marcha su propia EPSV de empleo, sino que lo ha mejorado hasta el punto de crear un nuevo sistema en el que incorpora no solo a los trabajadores, sino también a los autónomos. Un colectivo que no figura en el sistema vasco.
La incorporación de los autónomos a las EPSV de empleo que se plantea en el modelo elaborado por el ministerio de Seguridad Social supone una auténtica novedad que le va a permitir, por un lado, incorporar a más socios suscriptores de ese plan de previsión y pasar de los dos millones de personas beneficiarias en la actualidad a alcanzar los 10 millones, con lo que el volumen de ahorro pasaría de los 35.000 millones de euros de ahora a los 200.000 millones en el futuro, según las estimaciones de sus promotores.
En Euskadi, si se hubiera desarrollado una EPSV de empleo tipo Geroa Pentsioak en los tres territorios de la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) el patrimonio administrado por esta entidad alcanzaría los 15.000 millones de euros. Una cifra que, aun siendo importante, tratándose de un territorio tan pequeño como el vasco, está muy lejos de la potencialidad de recursos que va a tener en el futuro la iniciativa impulsada por el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá.
Una cuestión de tamaño muy relevante y que puede favorecer de una manera importante que las aportaciones de los trabajadores y de las empresas se dirijan a un fondo que, de partida, ofrece mayor solvencia y garantía a la hora de capitalizar los ahorros depositados para complementar las pensiones públicas. En este sentido, este fondo, al igual que hacen muchos de sus mismas características en todo el mundo, realizará inversiones no solo en los mercados internacionales, sino también en los originarios, con el fin de lograr el mayor beneficio a los recursos administrados. Si el centro de decisión de ese fondo no está en Euskadi, es obvio que las inversiones a realizar no tendrán este territorio como objetivo preferente.
Al margen de la ventaja de contar con ese nivel de ahorro dispuesto a maximizar su rentabilidad, la EPSV de empleo del Gobierno español presenta un aspecto importante que la hace muy competitiva como es el de contar con la garantía del Estado, lo que representa todo un gran atractivo en los momentos iniciales de su desarrollo, ante las reticencias que puede haber, no solo en el ámbito político, sino también por parte de empresarios y sindicatos, aunque en estos dos últimos colectivos por motivos diferentes.
La EPSV de empleo impulsada por Madrid parte del hecho de que, a pesar de que la financiación de los planes sea privada, el Gobierno español será la máxima autoridad de control de los fondos de pensiones. Es decir, seleccionará las entidades gestoras y depositarias de los fondos, supervisará la estrategia de inversión a largo plazo, la constitución de los fondos de pensiones y la Comisión de Control Especial, que estará compuesta por representantes del ministerio de Seguridad Social, de las patronales y de los sindicatos.
Un factor que puede dotar de tranquilidad a los suscriptores del fondo, sobre todo en los momentos tan convulsos que nos ha tocado vivir y que se suceden sin solución de continuidad, tal y como lo estamos viendo ahora con la guerra de Ucrania, a la vez que sirve de palanca para una mayor captación de recursos financieros.
Resulta chocante que las aportaciones de los trabajadores y de las empresas vascas puedan dirigirse a una EPSV de empleo estatal y sean administradas desde Madrid, en vez de por una EPSV vasca, por la inoperancia demostrada por instituciones, empresarios y sindicatos de este país a la hora de impulsar un modelo propio complementario de las pensiones públicas. Todavía mucho más grave cuando partían de un modelo más que probado y eficiente en cinco lustros como es el desarrollado por Geroa Pentsioak.
Las diputaciones vascas, que controlan las haciendas forales, siguen con la perspectiva de ver a las EPSV de empleo como una fuente de recaudación y no como un instrumento fundamental en el mantenimiento del estado de bienestar y de cohesión social en el tramo final de la vida de las personas, sobre todo, en aquellas que presentan rentas bajas o medias.
Siguen sin dar un tratamiento fiscal adecuado a este modelo complementario de las pensiones públicas al no primar el sistema de renta, que es la filosofía de la que parte este modelo, y no del de rescate de capital. No se entiende que la percepción del ahorro en modo de renta se penalice con un 100% de la base imponible general del IRPF, mientras que en el rescate del capital invertido el gravamen fiscal es del 60%. Es considerar a las EPSV de empleo como un producto financiero más, al que se despoja de manera deliberada del componente de previsión social, que beneficia, fundamentalmente, a los trabajadores más desfavorecidos.
Los empresarios siguen mostrando reticencias a este modelo de pensiones porque consideran a las EPSV de empleo como un incremento de los costes laborales, tal y como ha quedado evidenciado, una vez más, con su reciente rechazo al aumento del salario mínimo interprofesional.
Contradictoriamente, los sindicatos siguen sin ver las bondades de este modelo, más por planteamientos ideológicos, al considerar que pone en cuestión el sistema público de pensiones y su sostenibilidad, a lo que hay que añadir que prefieren defender aumentos salariales a corto plazo que, en diferido, como son las aportaciones que hacen las empresas al fondo en favor de los trabajadores.
Sea como fuere, Euskadi ha perdido otra gran oportunidad para adelantarse al futuro, cuando tenía todos los mimbres en la mano para hacerlo y ha tirado por la borda una experiencia de 25 años, que los demás han sabido utilizarla de la manera más acertada e innovadora posible. Una muestra más del más mínimo interés que las EPSV de empleo han generado en Euskadi en los últimos años, a pesar de la delicada situación por la que atraviesa el sistema público de pensiones. Lamentarse ya no va a servir de nada.
Es chocante que las aportaciones de los trabajadores y de las empresas vascas puedan dirigirse a una EPSV de empleo estatal y sean administradas desde Madrid