ara negar que su partido fuera a aceptar a Vox como pareja de baile en el Gobierno de Castilla y León, el lunes ante los miembros de su ejecutiva, Casado se parapetó en los "principios" del PP para afirmar que no los iba a traicionar a cambio de la estabilidad que le pueden proporcionar los de Abascal. Solo tres días después, hemos sabido de qué principios se trata. Lo cierto es que no puede sorprender porque son los mismos que vienen marcando la trayectoria de este partido desde hace unos cuantos lustros. En esta ocasión, no han hecho falta ni los periodistas para levantar las alfombras. Los propios protagonistas se han encargado de propagar online y on time (lo que antes se conocía como en vivo y en directo) las acusaciones de corrupción, espionaje o de inducción al delito. No sé qué pensará de todo esto Iturgaiz. No sabemos si aguarda a ver cómo se decanta la cosa o la vergüenza le ha sellado la boca. A la luz de todo lo que está ocurriendo, me parece que tendrá que repensar el significado con el que emplea la palabra "escoria". La secuencia que dibuja la actuación del PP desde la sesión en la que se aprobó la reforma laboral hasta la función de esta semana le invalida como alternativa de gobierno. Y ni siquiera puede echar mano del comodín de ETA, aunque alguno ya lo ha intentado. Lo grave es que imaginamos quién va a ganar con todo esto.
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