os y las ciclistas de elite siempre me han parecido seres humanos extraordinarios con una capacidad de sufrimiento excepcional. Eso no evitó mi sorpresa cuando este fin de semana vi a Egan Bernal de pie, tan solo dos semanas después de estar a punto de morir al empotrarse contra la parte trasera de un autobús durante un entrenamiento. Ahí estaba posando, escudado por el equipo médico que había logrado esa recuperación exprés después de ser intervenido de los múltiples traumatismos que le causó el accidente. Si sentía dolor en ese momento, lo disimuló bien. Un mensaje para aquellos que lo daban por desahuciado. "I'm back". Ponerse de pie es uno de esos rasgos que un día nos hicieron encaminarnos hacia un destino diferente del resto de animales en el proceso evolutivo y que, si bien se trata de un gesto sin importancia en nuestra rutina diaria, sigue cargado de significado. Nos ponemos de pie para recibir a los novios que se van a casar, para aplaudir tras un concierto del que hemos disfrutado, para abrazar a un recién llegado. Y ahora la ciencia ha logrado dar un paso más. Gracias a la estimulación medular, una técnica ya usada perfeccionada para un fin concreto, se ha logrado que personas con lesiones graves vuelvan a ponerse de pie y alzar la mirada hacia la esperanza.