n los últimos días se han hecho públicas diversas estadísticas sobre empleo de las que es oportuno obtener algunas conclusiones o, cuando menos, extraer pautas para definir estrategias. La más reciente es la inscripción de demandantes de empleo, que conocimos ayer en relación al mes de enero, y que ofrece algunos elementos a destacar. En primer lugar, la estacionalidad del comportamiento del mercado de trabajo es constatable al identificar los sectores con mejor y peor desempeño. Así, enero es un mes tradicionalmente difícil para el sector servicios por el final de las campañas de Navidad en el comercio. No ha sido excepción en ese sentido pese a que los datos referidos a Euskadi constatan que la estabilización de empleos en términos interanuales va al alza, con cerca de 14.000 puestos de trabajo más que en el inicio de 2021. Junto a ello, se constata asimismo que la estabilidad es un factor más apreciable en los sectores industriales, donde no solo no ha habido pérdida sino que se han incrementado las contrataciones. Esta sectorialización del empleo estacional es especialmente evidente en el sector servicios y lleva a otra señal de alerta: la feminización del paro. Euskadi ha registrado una pérdida de empleos ocupados por mujeres frente al aumento de contratos en aquellos ocupados por hombres. De nuevo, estacionalidad y el perfil de actividad del comercio u hostelería construyen un escenario que afecta a las vascas más que a los vascos. El tejido económico vasco precisa, por tanto, profundizar en los sectores de mayor estabilidad, mayor calidad y mayor valor añadido en el empleo, inevitablemente vinculados a ámbitos industriales, tecnológicos y sanitarios. La orientación de las iniciativas públicas en favor del enriquecimiento del tejido económico vasco en esos entornos es el mejor mecanismo para seguir profundizando en el descenso del desempleo. Estéril resulta, sin embargo, el debate político sobrevenido en torno al impacto real de la reforma laboral en los datos. Cabe entender un efecto coyuntural que se constata en el incremento de contratos indefinidos, toda vez que se han limitado las posibilidades de contratación temporal. Pero este extremo se traduce con demasiada frecuencia en fórmulas indefinidas de tiempo parcial que harán tope, más pronto que tarde, y dejarán de transformar los contratos temporales y no redundan siempre en un rendimiento económico interesante para el trabajador.