Dos espirales doradas luchando en la negrura infinita del espacio, este es el regalo que la NASA me ha hecho por mi cumpleaños. Las espirales, en realidad galaxias, tienen nombre: NGC2207 e IC2163, están situadas en la constelación Canis Major y la interacción entre ambas juega a favor de la primera, distorsionando la imagen de la segunda con una estela de estrellas y gases a miles de años luz.
Y estas galaxias, además, son de las que más lucen por Navidad, leo en un artículo, que explica la razón: tres explosiones de supernovas en los últimos quince años, con sus consecuentes estallidos de luces de rayos X súper brillantes. De este modo, mediante otro satélite de la NASA, el Observatorio de Rayos X Chandra, las espirales doradas toman un tono fucsia brillante.
Se trata, en definitiva, de una bella imagen en la que no habría reparado de no ser por la curiosa iniciativa puesta en marcha por la agencia espacial norteamericana. Solo hay que introducir el día y el mes del aniversario, y se obtiene la fotografía que el telescopio Hubble, puesto en órbita en 1990, tomó ese día en el universo. La mía, concretamente, es de 1998, explica la NASA, que recuerda que el telescopio rastrea el universo 24 horas al día siete días a la semana. En este mundo en el que la imagen está a tiro de móvil, es revelador descubrir qué hay más allá de las estrellas.