a veterana actriz María Galiana, que empezó como profesional de la interpretación tras una vida laboral entera dedicada a la docencia, recibió hace unos años un premio de la Escuela Julián Besteiro de UGT, un centro de formación, legislación y salud laboral, economía y condiciones de trabajo, entre otros asuntos. En su discurso de agradecimiento, defendió la importancia de la educación, pero criticó el lema de la jornada: "30 años formando líderes". "No, no hace falta que sean líderes todos, con que sean personas me conformo", espetó la popular abuela en la serie Cuéntame. Tras enterarme de este detalle por televisión, recordé el hartazgo de un amigo en torno a lo perfecto y la excelencia, que se exige ahora (en teoría) para todo, lo que deja la normalidad al nivel de la mediocridad. Se oye hablar continuamente de excelencia y perfección, pero no se piden unos mínimos de conocimientos, dignidad y corrección. Y primero hay que pasar por lo básico para todos y de ahí para llegar a lo mejor. Las cosas deben estar bien hechas para empezar, no llenas de florituras. Propaganda a troche y moche para vender, por poner un ejemplo, que un centro de estudios es mejor que los demás, cuando igual lo que tiene son mejores instalaciones deportivas, piscinas, etc... Y los mejores profesores están en el cole que tiene goteras.
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