El COVID-19 nos deja todos los días números de infectados y fallecidos que, si los analizamos con frialdad, observaremos la crueldad de esta pandemia para el conjunto de la ciudadanía, y en especial para aquellas personas que están padeciendo o la han padecido en primera persona o para aquellos que han perdido algún familiar. Los días van transcurriendo entre confinamiento y limitaciones de movilidad, salvo para las personas que tienen libertad para ir a sus puestos de trabajo e incluso fuera de su territorio. He aquí una de las contradicciones que el Gobierno Vasco no ha sabido explicar: la razón por la que nos ha limitado la movilidad dentro del mismo territorio, justo en el momento que reivindicaba "cogobernar" con el Gobierno central. Algunas decisiones tienen un trasfondo político que por mucho que se quiera omitir, nadie con sentido común lo puede obviar. Es probable que la decisión de pasar todos los territorios históricos a la fase 1, una misma receta para territorios con escenarios distintos, en el fondo tenga por objetivo las elecciones en julio. No parece lógico, una vez lograda la "gobernanza", de tanto insistir al Gobierno de Sánchez, incluso con advertencias de votar en contra del estado de alarma en caso de no ser tenido en cuenta, que hayan decidido que el alumnado de segundo de bachillerato, FP y 4º de ESO vuelva a la formación presencial el 18 de este mes, sin negociar con los centros educativos ni tampoco con los sindicatos de la enseñanza, a falta de quince días lectivos para finalizar el curso. En medio de la confusión reinante, harán bien los partidos políticos en la reunión del próximo día 14 poniendo pie en pared y sacando las conclusiones necesarias para que la ciudadanía vasca sepamos qué se nos avecina. La última palabra la tiene el lehendakari por tener potestad para convocar elecciones, aunque bueno sería el consenso entre todos, máxime en las actuales condiciones de alarma sanitaria.
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