os que me conocen saben que para hacerme temblar no tienes que enseñarme una araña. Basta con que me susurres "Velocidad=Distancia/Tiempo". Son las fobias de los que cogimos latín en COU. Sin embargo, hoy me tiro a la piscina exponiendo esta fórmula: Desastre=Vulnerabilidad+Catástrofe. Me explico: para empezar, catástrofe y desastre no son sinónimos. La catástrofe es ese hecho extremo, natural o humano, que nos la lía parda, mientras que el desastre es el impacto que genera aquel hecho. Es así como una misma catástrofe no provoca idénticos desastres, ya que la V de vulnerabilidad es fundamental. Esa V nos habla de cuáles son las capacidades que una sociedad tiene para hacer frente a una catástrofe. A menos capacidades, más vulnerabilidad, luego un mayor desastre. Así, un mismo huracán suele ser devastador en Haití pero casi anecdótico en Miami.

Los europeos, pese a tener buenas capacidades sanitarias, hemos tenido que confinarnos para evitar el colapso total de los hospitales, y así contener en parte el desastre. Vamos, quedarnos en casa para reducir la V de la fórmula. Moraleja: sistemas de salud mejor provistos pueden reducir el impacto sanitario, social y económico. Lo público debe ser eficiente, también lo sanitario, pero puede que se nos haya ido la mano. No podemos gestionar hospitales como fábricas de tornillos con poco stock y bajo demanda. Si eso lo aplicásemos a los bomberos no pagaríamos por tenerlos. Tampoco es de recibo acordarse de la investigación como de Santa Bárbara, cuando truena, y que, tras reducir su financiación durante años, ahora reclamemos una vacuna como quien pide una pizza. Toca repensar cómo invertimos, claramente en sanidad y servicios sociales, para tener una V bien pequeña. Hay tarea para los políticos, pero también para ti y para mí que tendremos que decidir cuánto estamos dispuestos a pagar por ello.