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Mesa de Redacción

Arantxa Lopetegi

Donostia, sus barrios y otras cosas de las que informar. Les escucho.

Disfrazarse de guapa

Las semanas previas al Carnaval acostumbran a ser en muchas casas unos días cuando menos "moviditos". Con esa esperanza ciega que las proles tienen en sus madres, que parece que no desaparece ni al cumplir los 40, no es raro que pregunten cosas como: "¿Tenemos por ahí una espada de samurái?", "¿No habrá por casa una pata de palo?" o "¿No tendrá el aita un chaleco de terciopelo rojo con plumas?". Como salvo milagro o lotería de la vida no resulta muy frecuente abrir el armario y encontrar ese tipo de objetos, llega la segunda fase, la de comprar. Pues tampoco esta fase es sencilla, no consiste solo (que ya es bastante) en abrir la cartera y apoquinar. Hay que conseguir doce patas de palo o catorce orejas de zorro plateado. Esta fase muchas veces concluye con la decisión salomónica de que la cuadrilla se divida en cinco zorros plateados, cuatro gallinas ponedoras y tres vacas de leche. El conjunto queda deslucido, pero a partir de cierta hora todos los gatos son pardos, más en el Carnaval. Previo a todo se da otro debate, el de disfrazarse de guapa/guapo o no. Hace unos años las que iban de guapas/os pasaban más frío, ahora no sé yo cuál es el criterio. Tendré que preguntarlo porque yo este año quiero disfrazarme de guapa, de guapísima, que ya es hora.