Uno no es ningún vidente ni profeta de cosas futuras. Estrenamos calendario. Deseo que la ilusión de estas fiestas despierten nuestras ganas de vivir e incentive y estimule nuestra esperanza. Sé que uno es algo osado al hablar de pistas de actuación, y no soy quién para ello. Simplemente te deseo un feliz tiempo, tanto a nivel personal como a nivel colectivo: parar, mirar, meditar y hacer. Ludwig Feuerbach, filósofo y antropólogo alemán del siglo XIX, escribe: “La vida, como un vino precioso, hay que saborearla poco a poco. Los mejores vinos pierden todo su encanto y no se estiman bien si se tragan como si fueran agua”.
Creo que es una gran verdad: hay que saborear la vida poco a poco, no tragarnos de un golpe la vida como si fuera agua. La vida es como un vino precioso que debemos degustar sorbo a sorbo. ¿Cómo hacerlo? Con naturalidad, con admiración, con esfuerzo y gratitud. Es importante admirar y agradecer el valor de la familia y de las amistades, es clave cuidarlas y mimarlas con cariño; admirar y agradecer el trabajo, la comida y la diversión; admirar y agradecer los libros, la cultura y el arte; seguir con el esfuerzo diario; conversar con un/a amigo/a sin prisas; visitar a una persona enferma o que vive sola; tener un detalle de cariño especial con los que conviven con nosotros; poner orden en nuestra agenda para no olvidar los compromisos contraídos? Lo que he escrito vale para cualquier año de nuestra vida. Querer, apreciar, amar lo que uno hace, esto produce más felicidad que hacer lo que uno quiere. Del seguimiento fiel de la vocación surge siempre un sentimiento de felicidad. Del seguimiento del capricho, en cambio, proviene a la larga la decepción y el hastío. Sé regalo para los demás. ¡Feliz Año!