Los que, por encima de cualquier otro, tenemos el sentimiento vasco, celebramos el domingo una gran fiesta, Gure Esku Dago. A mí, que participé en el Antiguo, en Donostia, me vino a la cabeza la figura de Ramon Labayen. El fue quién impulsó el nacimiento de la radio y televisión vascas y posteriormente fue alcalde de la ciudad. Entre sus cercanos era conocido como “el mariscal” y después de unas cuantas lecturas, he comprobado que esa denominación era realmente acertada.

Con motivo del alzamiento de Franco. su familia se fue a vivir a Iparralde. Probablemente de ahí viene la designación de “mariscal”, ligada a su capacidad para dirigir equipos. No eran equipos horizontales como los actuales, sino que desde arriba “el mariscal” organizaba a su tropa. Tras mis lecturas sobre su vida, puedo asegurar que tuvo una gran capacidad para conseguir con sus subordinados, el enorme logro que supuso crear la primera televisión, al margen del monopolio de Televisión Española.

Labayen fue un abertzale muy inteligente. Gracias a esa capacidad fue capaz de conseguir dos cosas de enorme importancia para Euskadi, crear a partir de la nada la televisión y la segunda, conseguir que Donostia fuera la sede del Centro de Producción de Programas de ETB. Para uno que es bilbaíno, eso demostró la enorme capacidad del “Mariscal” para lograr lo que deseaba, demostrar, que Donostia era la capital cultural de Euskadi.

Tuvo muchas dificultades para conseguirlo, porque todo estaba planificado para que Iurreta fuese la sede y el centro de todas las actividades de nueva televisión y por ello pujaron los vizcaínos con todas sus fuerzas.

Probablemente, el ya estaba pensando en su candidatura a la alcaldía de Donostia y después de haber conseguido la puesta en marcha de la televisión vasca inició su nueva actividad como alcalde de esa “capital cultural” por la que había luchado.

El gran valor que algunos le atribuimos ahora a Labayen es el de haber optado por una televisión al servicio del euskera, de la reconquista del euskera como lengua principal, aunque no única, de los vascos. Ese ha sido un hito importantísimo, junto con las ikastolas, en el camino de la recuperación de nuestra lengua. Es evidente que debemos seguir ese camino iniciado por Labayen para poner la lengua que nos identifica como vascos en un lugar importante de nuestra vida.

Ramón era un personaje con una enorme personalidad, que sabía dónde estaba, tenía una segunda residencia en La Rioja donde hablaba con todo tipo de personas que acudían a su casa, pero tenía muy claro también qué era lo importante, el euskera como la lengua singular de los vascos y la necesidad de contar con los medios de comunicación que ayudaran a su recuperación.

La cadena que nos unió el domingo fue un refuerzo y un recordatorio importante de que somos un pueblo pequeño, que es necesario que actúe como un conjunto. El domingo lo hicimos, sigamos construyendo país.