La pregunta de Miguel Ángel
Estos días hemos estado, tristemente, de aniversario: 20 años desde que la banda terrorista ETA asesinó, a bocajarro y sin asomo de piedad, a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua.
Y al ver de nuevo aquellas imágenes, sobre todo esa foto de carné desde la que él nos miraba y nos mira, con expresión de tristeza e incertidumbre, vuelve a mi cabeza la misma pregunta que entonces sentí que Miguel Ángel tuvo que hacerse durante aquellas 48 horas de cautiverio insoportable: “¿Por qué a mí?”.
Desde la primera víctima mortal de ETA, que algunos sitúan en 1960 y otros en 1968, hasta la última, el 16 de marzo de 2010, han sido cientos, miles, las personas que se han preguntado: “¿Por qué a mí?, ¿por qué a mi esposa?, ¿por qué a mi padre?, ¿por qué a mi amigo?, ¿por qué a mi hija?...”.
La violencia no hace distingos y así, cientos de ciudadanos y ciudadanas, casi mil, fueron arrancados de nuestro lado: políticos, amas de casa, tenderos, periodistas, miembros de los cuerpos de seguridad, profesores, niños? Miles sufrieron la extorsión y la amenaza, millones soportamos el yugo del terror.
La pregunta de Miguel Ángel es imposible de responder, pues la violencia no tiene razón ni razones en las que sustentarse. Yo misma pertenezco a la generación de quienes nacimos, crecimos y vivimos con la angustiosa y lacerante compañía del terrorismo “pisándonos los talones” a diario sin saber por qué.
Sin embargo, doce años antes del cobarde y vergonzoso secuestro de Miguel Ángel, en diferentes localidades del País Vasco y Navarra, un puñado de hombres y mujeres, comenzamos a salir a las calles y plazas para contestar pacíficamente a aquella realidad que se nos trataba de imponer por la fuerza; esta era nuestra respuesta, la respuesta de Gesto por la Paz: “Ni a ti, ni a tu esposa, ni a tu padre, ni a tu amigo, ni a tu hija?”.
En esta etapa actual de nuestra historia, en la que los violentos ya no empuñan las armas, conviene sin embargo no olvidar lo sucedido ni tratar de pasar página de manera atropellada y con rapidez en pro de una mal entendida recuperación de la convivencia normalizada. Creo que más de uno debe tratar de responder a la pregunta de Miguel Ángel, y asumir su cuota de responsabilidad por haberse quedado de brazos cruzados o, lo que es peor, por haber colaborado a extender el reguero de odio y terror que asoló nuestra tierra durante décadas.