el pasado marzo, en el BEC, el Partido Nacionalista Vasco quiso recordar el 40º aniversario de su Asamblea de Iruñea, tras la cual salió de la clandestinidad con un buen análisis de situación y las ideas claras sobre las políticas a implementar. Visto lo visto, han sido de diez. Y, a tal efecto, los cuatro ponentes comentaron lo hecho. Xabier Arzalluz, como responsable de la ponencia política, se dirigió a los presentes en varias ocasiones y en su exposición final explicó cómo, en 1976, el que iba a ser secretario general de ELA, Alfonso Etxeberria, quiso hablar con él. Concertaron la entrevista y, en una habitación del santuario de Loyola, Etxeberria le debió decir en dos platos que le parecían muy bien sus artículos en Alderdi sobre temas sociales -que Arzalluz firmaba como Egurbide-, pero que para lo social ya estaban ellos y que el PNV se dedicara a temas políticos. Arzalluz quedó estupefacto: “Me sorprendió que Alfonso Etxeberria, que luego sería secretario general de ELA, nos pudiera decir cuál era nuestro camino; y les advertí que pensábamos seguir en la misma línea. Eso es lo que pensaba la ELA fundacional”. Arzalluz dijo más: “Acaba de fallecer el P. Bengoa, jesuita que vino de Nicaragua y al que llamábamos Nicaragua, que fue el teórico de aquella ELA. Está claro que este fenómeno -refiriéndose a Txiki Muñoz- concibe al sindicato como una organización político-sindical. Uno piensa que el PNV tendría que reconsiderar un poco su posición ante este sindicato”.
Creo que en esto último está la clave del por qué Muñoz y los suyos dicen y repiten que nosotros no queremos que hablen de política y que lo harán por encima de todo. Ni lo hemos pretendido, ni podríamos impedirlo, ni nadie dijo nada parecido. Lo dicho por Arzalluz es lo que he transcrito en honor a la verdad y no lo que se inventan Muñoz y sus secretarios de que queremos amordazarles. Porque, además, de lo que de verdad no quieren que hablemos es de esa reflexión del ex-presidente del EBB sobre reconsiderar la posición del PNV ante un sindicato que, nacido de su seno, en la actualidad es solo una correa de transmisión de Sortu que no desaprovecha oportunidad de arremeter mala y obsesivamente contra el Gobierno Vasco y el PNV.
Vino bien la reflexión de Arzalluz porque dio en el clavo y porque está hecha desde la experiencia y la autoridad moral. Y eso irrita sobremanera a un Muñoz que acaba de ser reelegido como secretario general de ELA-STV y ha marcado bien a lo que se va a dedicar. “La alianza ELA-LAB nunca ha desplegado su potencialidad”, dijo en Gara. “El PNV es thatcherismo puro con un gran aparato propagandístico. Este gobierno no tolera a los que no se subordinan”, respondía en El Diario Vasco bajo una foto suya en la que mostraba un moreno vacacional digno de elogio.
Rafa Diez, el ex secretario general del LAB, planteó en su día un documento en el que se decía que era perentorio que el MLNV creara un nuevo referente político-institucional para el abertzalismo y la izquierda abertzale. “No podemos hacer una inversión en términos de proceso democrático para capitalizarlo en 200.000 votos de una nueva Batasuna. Eso sería un fracaso. Tenemos que ofrecer un cauce político-institucional más ancho, desplazando al PNV y adquiriendo centralidad política y social, eso sí, bien asentado sobre la reorganización específica y global de la izquierda abertzale”.
De hecho, el primer viaje que ha hecho Arnaldo Otegi tras su elección ha sido a Uruguay, a ver cómo funciona eso del Frente Amplio que hizo a Pepe Múgica y Tabaré Vázquez presidentes de aquel país. Para ello, como dijeron tras su asamblea constituyente, “EH-Bildu se constituye en sujeto político con forma jurídica de coalición, estructura de partido, carácter de movimiento y dirección jerarquizada”. Es curiosa esta fascinación de la izquierda aber-tzale y sindical por América Latina, como si Euskadi fuera Nicaragua, como analizaba aquel P. Bengoa y como sigue creyendo Txiki Muñoz. Porque, como se ve, el horizonte del modelo nacional está en la confrontación total; y en lo sindical, una unión cada vez más estrecha con ELA-LAB. Y en cuanto a su modelo de sociedad, si seguimos su ideología marxista, con esta obsesión neocomunista, sí, neocomunista, no socialdemócrata, podemos llegar a las recetas que Chávez, en su simplismo, dio para Venezuela.
El jesuita bergarés P. Luis Ugalde, exrector de la Universidad Católica de Caracas, hombre de izquierda democrática y gran referencia moral en aquel país, acaba de definir muy bien lo que ocurre bajo aquella dictadura: “Por la concepción política del gobierno, la sociedad buena no es donde hay empresas privadas, sino donde no las hay. Eso es simple marxismo: las causas del mal son la existencia de los medios de producción en manos de empresarios y de la empresa privada. El gobierno lo creyó así y sembró la polarización para que la mayoría quisiera su desaparición, lo que ocurre es que la gente se da cuenta de que sin empresa privada no habrá empleo digno, como ha quedado demostrado en Venezuela”. ¿Se acuerdan de aquello tan gracioso para algunos del: “¡Exprópiese!” de Hugo Chávez?
Me da que Muñoz sería un hombre feliz caminando por Euskadi gritando eso de: “¡Exprópiese!”. Y que conste que tildar al nacionalismo institucional de neoliberal salvaje es falso y un grave infantilismo que, a base de repetir, terminarán creyendo. Hacer sindicalismo desde la dualidad amigo-enemigo es propio de hace 40 años, porque además es verdad que hay hostilidad hacia el capitalismo financiero, no contra el capitalismo en sí, pues, como decía el profesor Villacañas, se sigue apreciando al capitalismo productivo como una forma de vida social que no dejaba en desamparo a la persona. Detrás de un neoliberalismo salvaje no está el Gobierno Vasco sino gentes, muy pocas, con una riqueza desorbitada, nulo interés en pagar impuestos acordes con su relevancia, mucho paraíso fiscal, corrupción y abuso de posición dominante y un nulo interés en que nadie ponga en cuestión su preponderancia económica y financiera. Es así, pero también es así que quien crea riqueza es la empresa y a quien hay que pedirle solidaridad social es al empresario, conminándole a ello pero no destruyendo su capacidad de iniciativa, los incentivos a la creación de empleo, sus apuestas de internacionalización, la formación dual, la investigación y el desarrollo. Aunque escuchándole a Muñoz, uno tiene la sensación de que quien habla no es alguien buscando soluciones sino buscando la confrontación por la confrontación y la destrucción de esa propiedad privada que tilda de burguesa y neoliberal.
ELA nació en 1911 del seno del PNV. Se llamaba Solidaridad de Obreros Vascos y se la conocía como Soli. Su líder, Manu Robles Arangiz, fue diputado del PNV, repito, del PNV, con Aguirre, Leizaola, Irujo y otros en las Cortes Republicanas y, tras el exilio, cuando el PNV sale de la clandestinidad y se presenta en La Casilla en Bilbao, en 1977, allí estaba Manu Robles, quien me comentaba que los afiliados de Soli y del PNV eran uno, se sentían jelkides trabajando en frentes distintos y que el cemento que les unía era su cristianismo y el seguimiento de las encíclicas sociales de los Papas. ¡Como para comentárselo hoy a Txiki Muñoz! Fue el mismo Manu Robles Arangiz que, viendo lo que venía, le rebatió en 1963 a Federico Krutwig su libro Vasconia, libro que ponía patas arriba todo el nacionalismo vasco, haciéndolo bajo el seudónimo de Fernando Sarrailh de Ihartza. Ante aquel intento de fusionar la izquierda abertzale con el anarquismo para acabar en un híbrido del anarquismo con un marxismo heterodoxo, Robles Aranguiz quiso alertar, ante aquella peligrosa empanada que puso las bases teóricas de la lucha armada de ETA, con su refutación Un Caballo de Troya. Una cosa es que un sindicato en el siglo XXI sea correa de transmisión de un partido nodriza, a que lo sea sin rubor de “una coalición con estructura de partido, carácter de movimiento y dirección jerarquizada”, es decir, de EH Bildu. Del PNV que lo fundó, ni de lejos, de EH Bildu, heredera de aquellas ideas de Krutwig. Y nada de correa de transmisión, sino presencia total en la cabina de mando en comandita con LAB.
Es lo que hay. Y por eso hizo muy bien Arzalluz en advertir sobre la confrontación de “éste fenómeno” y de recordar al P. Bengoa, que confundió Euskadi con Nicaragua y nos dejó la herencia de un sindicalismo tercermundista, de confrontación y tierra quemada, con el que este país tendrá más dificultades en salir adelante a no ser que de una vez llamemos al pan, pan, y al vino, vino.