Principio de realidad, también en lo educativo
Koldo Mitxelena solía decir que el euskera era demasiado débil para usarlo como arma arrojadiza. Parafraseando al lingüista, se podía afirmar, en lo que concierne a lo educativo, algo así como que la educación es demasiado importante para usarlo en el pim-pam-pum político cual ariete contra, en este caso, el Gobierno Vasco. La educación es un uno de los temas claves en la agenda de cualquier gobierno, cuestión vital para cualquier sociedad. Requiere acuerdo y consenso necesarios, cuestiones posibles de conseguir con la participación de todos los elementos concernidos en el hecho educativo utilizando diálogo, debate, generosidad y amplitud de miras. La educación es mirada larga, no ariete, es motor de la sociedad que no puede estar sujeta a intereses partidistas.
Está claro, el pacto educativo es necesario e imprescindible, es demanda de la sociedad vasca, debe sustentarse, consensuarse y acordarse con la comunidad educativa y sus agentes. Pacto educativo que culmine en una nueva Ley de Educación consensuada e integradora con respuestas a las nuevas demandas y necesidades. Una Ley de Educación para el conjunto del Sistema Educativo Vasco que impele a todos los agentes concernidos a una lectura compartida de cómo avanzar preservando lo bueno que tenemos, que es mucho. Estamos obligados a acertar en esta reflexión compartida. Pero digámoslo también, y digámoslo claro y alto, en Euskadi tenemos un buen sistema educativo, estable, y participado con todos los agentes educativos. Es un logro colectivo en el que el acuerdo, el consenso y el diálogo han sido características que lo han traído a buen puerto y que lo llevarán a mejor.
Estamos ante un reto de país, colectivo y compartido con todos los agentes y comunidades educativas. Se impone, pues, la responsabilidad colectiva, la crítica constructiva, la colaboración en buscar soluciones y la participación en reflexiones compartidas. Es importante impulsar una continua mejora en la formación del profesorado, sujeto activo imprescindible donde los haya, pilar referencial, elemento clave y fundamental en el engranaje del sistema educativo; se impone también reconocer la evaluación como herramienta para la mejora continua, reto que nos implica en un esfuerzo colectivo, en las mejoras continúas de las condiciones sociolaborales del profesorado en consonancia directa, responsable y realista con los tiempos económicos que nos está tocando vivir al conjunto de la sociedad. Un profesorado, hay que reconocerlo, profesional, comprometido, responsable, eficaz y valioso.
Y creo sinceramente que sí proceden algunas aclaraciones, a modo de resumido y simple ejemplo, en relación al conjunto de las reivindicaciones de los sindicatos convocantes a las reiteradas huelgas y manifestaciones en la enseñanza pública no universitaria en Euskadi. Es importante que la sociedad vasca sepa que el porcentaje de interinidad del profesorado en la red pública no es el 38% como afirman los sindicatos, sino del 26,9%. Al respecto, existe el compromiso del Gobierno Vasco de una oferta de un mínimo de 3.000 plazas de OPE en la actual legislatura. La relación alumno/profesor, cuestión importante donde las hubiera, es de nueve alumnos por profesor, por cierto, la más baja del conjunto del Estado. Y ello tiene relación con otro interesante dato: la tasa de alumnos/aula que es, aproximadamente, de 19 alumnos por aula de media, muy lejos por cierto de los máximos acordados (25) y por supuesto la más baja de las comunidades autónomas. Y no es cierto, no lo es, que haya existido una disminución de la RPT (Relación de Puestos de Trabajo) del profesorado en la red pública.
Y ello va acompañado, objetivo y constatable, de un incremento anual del presupuesto del Gobierno Vasco en educación. Las OPE, bien lo saben el conjunto de las organizaciones sindicales, están sujetas, nos gusten o no (y obviamente a quien esto escribe no le gusta en absoluto) inexorablemente a las llamadas “tasas de reposición” dictadas por Madrid. Y ello conlleva obviamente que no procede, en aras de una mínima responsabilidad, convocar OPE que no tengan la cobertura jurídica mínima necesaria para el conjunto de los opositores. Es claro que, sin ese corsé de las tasas de reposición, el Gobierno Vasco convocaría OPE por encima de lo que ahora puede y hace. No procede, es muy irresponsable e injusto, a todas luces, achacarle a quién y al Gobierno Vasco la asunción y puesta en práctica de la Lomce en las aulas cuando desde el primer momento se posicionó en contra de ella y recurrió por ello al Tribunal Constitucional entre otras cuestiones por invasión de competencias contenidas en el Estatuto de Autonomía.
No tiene sentido proclamar por los sindicatos que se “saque” de las aulas Heziberri 2020 por ser “la Lomce con txapela”, cuestión falsaria y torticera a todas luces por cierto, cuando ello corresponde, al menos, tratarlo en foros que entiendan del pacto educativo con el conjunto de los agentes educativos de la comunidad escolar. No procede, tampoco, proponer por las organizaciones sindicales planes de inmersión lingüísticos en contraposición al actual sistema de modelos ligadas a la Ley del Euskera y que supondría negociaciones entre los partidos políticos que nada, nada, tendrían que ver con reivindicaciones sociolaborales sindicales. No procede mezclar reivindicaciones socio-laborales que tienen sus correspondientes mesas sectoriales de discusión y reflexión con cuestiones pedagógicas-didácticas que tiene otros foros de reflexión y negociación. Y así podríamos desgranar otra muy larga serie de temas como sueldos, jornadas laborales, sustituciones, incentivación a las jubilaciones, etc.
Se impone la responsabilidad colectiva, la crítica constructiva, la colaboración en la búsqueda de soluciones, la participación en reflexiones y en el impulso a una continua mejora en la formación del profesorado. Es implicarse en un esfuerzo de equipo, en la mejora continua, en la planificación a futuro, en el cambiar lo que haya que cambiar, en mejorar lo mejorable desde la reflexión pausada, compartida y la estabilidad. En este sentido, y como docente en la red pública, no puedo participar, ni compartir, ni entender, es más, discrepo radical y frontalmente, de los diferentes pronunciamientos (presentes y futuros), comunicados, escritos, proclamas y llamamientos a huelgas, paros, movilizaciones y manifestaciones variopintas convocadas, qué casualidad y absurdo, en la red pública de enseñanza no universitaria (curioso empecinamiento sistemático, sí, con castigar y desprestigiar la red pública en su conjunto, como si su característica en todos los aspectos y condiciones fueran peores que en la otra red concertada, Kristau Eskola e Ikastolas). No en mi nombre. Imposible en mi nombre. Entiendo que sobra la falta de rigor y las medias verdades, falta responsabilidad. Sobra demagogia, incluso me atrevería a decir que sobra manipulación en la información que se traslada a la comunidad educativa, falta honestidad. Y termino. En Euskadi se ha sido capaz de elaborar en el transcurso de decenas de años y con el conjunto y la participación estrecha de todos los agentes educativos un modelo educativo pedagógico genuinamente vasco, colaborativo y participado basado en competencias y reconocido en Europa, apuntalado ahora por Heziberri 2020, un modelo educativo pedagógico por supuesto a años luz en todos los sentidos de los planteamientos estatales españoles. Apelo a algo fundamental, al principio de realidad, al rigor y a la responsabilidad colectiva, indispensable y previo, para sentarse y dialogar.