El castellano es un idioma, que, por excelencia, discrimina y humilla a las mujeres. Para muestra un botón, con dos ejemplos, en este caso, una palabra y un insulto: la palabra “coñazo”, proveniente del órgano genital femenino, se usa como definición de algo aburrido, o algo malo, malísimo. Lamentablemente, esta expresión, sale por inercia de nuestras bocas, sin misoginia alguna, como si fuese algo normal. En lo que al insulto se refiere, hago referencia del más usado, que es aquel que dice “hijo/a de?”, focalizando el peso del insulto directamente en la madre de la persona insultada, yendo además, más allá, faltando gravemente al respeto a un colectivo de trabajadoras de la calle.
A base de esfuerzo y constancia, podemos conseguir eliminar esta lacra verbal, y hacer una jerga más igualitaria. Eliminemos de nuestro vocabulario la palabra “coñazo”, y usemos “peñazo”, para definir algo como aburrido y pesado. Cuando tengamos que recurrir al insulto, si se me permite la expresión, hagámoslo denominando “mierda de hijo/a” a quien corresponda, ya que el insulto debe ir dirigido directamente a la persona destinataria. Dejemos a las madres y a las prostitutas en paz.
En la lucha por la igualdad, también debemos hacer que el cambio de palabras se convierta en hechos.