París estornuda
En 1968 yo terminaba mis estudios en la Universidad de Navarra. Recuerdo el impacto que me produjo aquel Mayo francés que seguramente me ha perseguido toda la vida. Estudiantes, obreros industriales, militantes de izquierda convirtieron el Barrio Latino en un laboratorio de ideas. Fue la mayor revuelta estudiantil y la más multitudinaria huelga general de la historia de Francia y, seguramente, de la Europa occidental, con nueve millones de participantes. Las acciones de protesta fueron decapitadas con la convocatoria de elecciones generales por parte de De Gaulle. Aquel movimiento se había extendido por la República Federal Alemana, Suiza, Checoslovaquia, Italia, Austria, Estados Unidos, México, Argentina, Uruguay e incluso la España franquista. Se trocaron las ideas por el poder. Casi 50 años después, ha aparecido en la Plaza de la República de París el movimiento Nuit Debout (noche en pie), que actualmente alcanza a más de 200 ciudades francesas y a varios cientos de miles de jóvenes. Comenzó con una protesta contra el proyecto de ley laboral, del Gobierno Hollande, pero se ha transformado en mucho más que una queja popular contra un nuevo recorte de derechos humanos. Hoy es un mensaje de rebeldía, un grito desafiante que ha crecido con el documental Merci Patron, del periodista François Ruffin (Amiens). Su fórmula revolucionaria ha sido la denuncia y el humor. Los mismos ingredientes que cocinaron el 15-M en Madrid. Mi temor es que la historia se repita; y que unas elecciones transformen las inquietudes en partidos políticos, en ambiciones ciegas de poder. Mi miedo es que se produzca mucho ruido, pero que todo siga igual. De aquel mayo del 68 generoso e iconoclasta surgió en España un bipartidismo ramplón, una transición tramposa y mucha palabrería. Temo que los nuevos partidos sean solo herramientas de ordeno y mando. Voy a ser un espectador atento a lo que ocurra en Francia y en España, por aquello de “cuando París estornuda, España se resfría”.