Mi interlocutor me propone para hoy una vía procelosa para que probablemente acabe despeñándome. Lo que él no sabe es que esos retos me seducen. El momento más tenso del debate de investidura se produjo cuando Pablo Iglesias recordó que González tiene su pasado manchado de cal viva. Esta afirmación provocó irritación en los socialistas, que exigieron al líder de Podemos que pida perdón. Mi interlocutor me arrebata el uso de la palabra. ”Yo a Sánchez le vi flojo, lo contrario que a Rivera”. Coincido con él. Me gustó cuando dijo: “Señor Rajoy, ¿me puede dar una sola razón para que los españoles confíen en usted para liderar una nueva etapa política? ¡Deme una! Yo no encuentro ninguna”. Y añadió, ¿recuerdas?, “si España tiene que impulsar un pacto contra la corrupción, ¿lo va a hacer el señor Rajoy? No puede porque no ha limpiado ni su casa”. Tiene razón, pienso, porque actualmente hay por lo menos 300 políticos del PP imputados por corrupción, entre ellos altos cargos y sus amigotes, que nadie sabe por qué no están en prisión. Rajoy dice que él también está hasta los cojones (como Antón Damborenea) de la corrupción y “que nunca se ha llevado nada” continúa machaconamente mi amigo. Tal vez, le contesto cabreado, aunque se han oído cosas, pero al fin y al cabo era el máximo responsable, el “tapón” como le dijo Sánchez. “Ahí te quería llevar, sonríe por primera vez mi interlocutor. “El caso de la cal viva se parece como una gota a otra al GAL”. No entiendo, le contesto. “Verás -me dice-, si Felipe González asegura que no era la X del GAL , sí era el presidente del Gobierno y el responsable máximo de José Barrionuevo, Rafael Vera, Julián Sancristóbal, Francisco Álvarez, Miguel Planchuelo, José Amedo, Michel Domínguez, Ricardo García Damborenea, el general Galindo, el teniente coronel Angel Vaquero, los guardias civiles Dorado y Bayo, y de todos los que asesinaron y arrojaron cal viva sobre Lasa y Zabala, y de todos los artífices del GAL con sus 40 atentados, sus 26 víctimas mortales y sus 24 heridos”.