‘V de Vendetta’ dos
Me indigna la barbarie. Me provoca náuseas que se queme vivo a un piloto dentro de una jaula, o que se decapite a secuestrados indefensos, o que se convierta a niños en verdugos o bombas humanas, o que se ametralle a familias enteras en las terrazas de París, o se secuestre y asesine en Bamako. Eso no es religión ni cristiana ni musulmana. Eso es solo odio y venganza. Es cierto, que nadie está limpio para tirar la primera piedra, y que Occidente ha tirado muchas por todo el mundo, dejando los países sembrados de cadáveres de hombres, mujeres y niños, con la excusa de buscar armas de destrucción masiva. Lo que estamos padeciendo es un retroceso de la civilización. Una vuelta al primitivismo, una lucha sin cuartel, despiadada y cruel. Los ciudadanos de a pie en París, Londres, Berlín, Roma o Madrid no saben nada de lo que ocurre, ni por qué acaece. Intuyen que no son ni los buenos ni los malos, solo las víctimas. Se está ensangrentando la democracia, agujereando las urnas, sin saber cómo reaccionar. Nadie comprende cómo empezó todo, si fue antes la codicia de los poderosos, o el poder de los codiciosos. En Oriente el ISIS sigue matando y esclavizando, desencadenando una barbarie y fanatismo que todos creíamos haber superado hace siglos. En Occidente, los gobiernos europeos han levantado la voz y los ministros de interior se han reunido en Bruselas, acordando mejorar el flujo de la comunicación entre países y reforzar las fronteras. Además se estudia, para los próximos meses, un rosario de medidas como el registro de datos de pasajeros de aerolíneas (PNR); controles a las comunicaciones de Internet y redes sociales; agrupación y aislamiento de presos radicalizados; crear un fichero de condenados por terrorismo o de integrantes de grupos sospechosos, obligándoles a someterse a revisiones regulares; prohibir servicios de mensajería instantánea encriptada como WhatsApp, iMessage o Snapchat. No sé por qué, ahora me recuerda la V de Vendetta de Alan Moore, en versión dos.