A expensas de la jornada de clausura de hoy, el festival Olatu Talka ha vuelto a demostrar que mantiene una salud envidiable y que ha hecho de la participación ciudadana su seña de identidad. Cientos de donostiarras y no donostiarras participaron el viernes y ayer sábado, y lo harán también hoy, en el aluvión de actividades, más de 200, organizadas por Donostia Kultura con el apadrinamiento de la Oficina de la Capitalidad de 2016. Con seis ediciones a sus espaldas, el festival vinculado a la Capitalidad Europea de la Cultura ofrece un abanico de propuestas para todos los gustos que tiene además la virtud de repartirse por todos los barrios de la ciudad. El festival se gestó como bandera de Donostia cuando era solo una candidatura para albergar la capitalidad europea de 2016, pero con el paso de los años se ha consolidado hasta convertirse en una cita ineludible de la primavera guipuzcoana. Esta convocatoria ha sido la última antes de la cita cumbre del próximo año, cuando Donostia se convertirá en uno de los dos epicentros de la cultura europea. El éxito del Rompeolas contrasta sobremanera con las dificultades que ha sorteado hasta la fecha Donostia 2016 para llevar la capitalidad a buen puerto. Las discrepancias políticas y la ausencia de liderazgo han lastrado la labor de la fundación, que no ha sabido ni conseguido transmitir a la ciudadanía la importancia y el significado que tiene la cita. El nuevo mapa electoral surgido de las urnas hace una semana seguramente supondrá también un cambio en el patronato de 2016, fuente de fracturas y posturas encontradas. Con la llegada del PNV a la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento, los jeltzales controlarán tres de las cuatro patas de la entidad (el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura completan el patronato). La sintonía entre las cuatro instituciones debería redundar en que el proyecto adquiera velocidad y sepa llegar a la ciudadanía. De hecho, una de las prioridades que se ha marcado el previsible futuro alcalde de Donostia, Eneko Goia, es corregir dos de los déficits que, a su juicio, arrastra el proyecto de Donostia 2016: la comunicación y la ausencia de patrocinadores privados. Tarea no le va a faltar al nuevo regidor para lograr que el proyecto sea un éxito y que la capital guipuzcoana puede sentirse orgullosa de las propuestas y la imagen que ofrezca a Europa.
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