Eso nos ha dicho el bilbaino Íñigo Urresti, director general de Empresa e Industria de la Comisión Europea. Para hacer un diagnóstico correcto, en primer lugar, habrá que determinar qué es exactamente un fuelle, que como bien saben nada tiene que ver con muelle. Se trata de un instrumento de cuero, madera y metal, en forma de lavativa, para recoger el aire exterior y lanzarlo en una dirección determinada. Se utiliza para reavivar el fuego, y algunos creen que también las olas, pero eso no está comprobado. Fuelle tiene otros dos significados, el de arruga en un vestido, y el de capacidad respiratoria, cuando decimos, por ejemplo, que los corredores de fondo tienen mucho fuelle.

Yo creo que Íñigo Urresti se refería a este significado, que "el espíritu empresarial clásico del vasco emprendedor está perdiendo fuelle", vamos que nos estamos cansando de soplar. Claro que de nuevo me surge otra duda, también el término soplar tiene dos acepciones distintas, incluso contradictorias. Soplar, respirar hacia fuera con fuerza y, así enlazaría también con la lavativa de antes, o soplar un buen vaso de vino, y entonces es más bien absorber hacia dentro. Es claro que nuestro hombre de la Comisión Europea no se refería al vino, sidra o txakoli, porque eso por aquí sigue intacto. Tal vez, por Bilbao estén escasos de "agua"...

Así pues, es evidente que la cita tiene que ver con el empuje, con la iniciativa, con el liarse la manta a la cabeza y tirar para adelante. Pero hay algo más, el dedo de Íñigo Urresti señala en una dirección concreta: "Nuestros informes nos indican que cada vez menos jóvenes vascos observan la posibilidad de emprender como una alternativa real de carrera profesional". Ah claro, se trata de los jóvenes, pero pregunto ¿con qué dinero? Porque el de los aitas se está terminando o ya se acabó entre pagar matrículas, libros y viajes, y de las becas ni se sabe. Además cómo van a emprender, si no conseguimos siquiera que se emancipen.