Cartas a la Dirección

MIENTRAS la izquierda abertzale estudia un cálculo, medio y tramposo comunicado sobre las víctimas en la que se apela al franquismo, al conflicto, a la opresión de Euskal Herria? su entorno nos llama a participar en las manifestaciones a favor de sus presos. Son sus presos, no los nuestros.

No los presos del pueblo vasco. Son los presos de ETA.

Sus caras inundan sus calles, las paredes y las fiestas de Navidad y nos llamarán a sus manifestaciones. No dirán, por que están en la cárcel, ni los asesinatos ni los tiros en la nuca ni los coches bomba, ni las extorsiones de los que fueron autores. Los presos de ETA todavía no han dicho media palabra, nada, de sus víctimas. No pedir perdón. Ni tan siquiera han tenido una palabra de compresión y solidaridad. Siempre palabras ambiguas, evasivas, medias verdades que son mentiras. No tengo nada contra los derechos de los presos, mucho menos pido venganza, pero me repugna tanta falsedad y tanta manipulación calculada. ¿Cómo se puede hablar de las víctimas y enaltecer a los autores de tantos crímenes y de tanta sangre derramada durante estos 40 años?

¿Se imagina uno lo que sucedería si los familiares de las víctimas (no los partidos que también los han manipulado), organizasen una manifestación en San Sebastián o en Bilbao? Puede Amaiur, Bildu o su entorno ganar las elecciones que quieran, y llenar pueblos de pancartas, soflamas e insultos a los que no piensan como ellos, organizar mil manifestaciones? lo que no podrán jamás con su postura es borrar y hacer desaparecer el dolor causado, la ignominia y la desaparición de tantos crímenes que han ensuciado este pueblo.

Esta permanente apología de los presos impide incluso un apoyo legítimo a los mismos en mucha gente que lo podrían llevar a cabo.

ETA ha matado impunemente sin ninguna justificación política ni ética y ha ensuciado el nombre de nuestro pueblo, ha impedido la reconstrucción nacional y económica de Euskal Herria y nos ha enfrentado a los mismos.

Los miembros del colectivo de presos deben ser respetados en sus derechos, pero no merecen ningún homenaje ni aplauso. Son ellos los acreedores de una palabra y de un gesto de reparación que todavía no han hecho. Y hay que decirlo alto y públicamente.

Manuel Goñi