Cartas a la Dirección

se siguen buscando razones para destruir los alardes de Irun y Hondarribia y no respetar al pueblo. Aintzane Ezenarro ha hecho suya la idea, al parecer, de Iñigo Lamarca, ararteko, de que para evitar que haya un Alarde particular habría que declarar como "patrimonio cultural" los alardes de Irun y Hondarribia. ¡Ya no saben qué hacer para destruir la voluntad del pueblo! En todo caso, debería ser calificado como "patrimonio cultural" pero incluyendo en su contenido "la voluntad ya manifestada por el pueblo", como único propietario del Alarde. Olvida usted, Sra. Ezenarro, que si actualmente el Alarde tiene carácter privado es porque, de lo contrario, ustedes, desde fuera, hubiesen destruido lo nuestro, y la gente amante del Alarde tuvo que moverse. Ustedes, con su voluntad de imposición, hicieron que el Alarde tomase la característica que ahora critican, la de privado. Anabel Salinas, capitana de la compañía Jaizkibel, dice que la solución es muy sencilla. Habla de diálogo entre tres entes: la compañía Jaizkibel, el Ayuntamiento y Alarde Fundazioa. Pero no sabe que ninguna de esas tres entidades que cita son "propietarias" del Alarde, no sabe que el único "propietario del Alarde" es el pueblo que dice, año tras año, cómo quiere celebrar su fiesta.

Y el pueblo "dialoga con su comportamiento todos los años". ¡Escuche usted, Salinas, lo que el pueblo dice! ¿Se considera usted "propietaria" de su compañía Jaizkibel? Dice usted que hay que buscar soluciones. Ahí va una. Dejen ustedes de manifestarse el mismo día y por las mismas calles por donde desfila el Alarde, y así no tendrán ustedes que pedir ayuda al Departamento de Interior, y además habrá menos gastos, y no impondrán su presencia a quienes no quieren verles. Sr. Garitano, diputado general de Gipuzkoa, ¡qué fácilmente se olvida usted del pueblo! Cuando el pueblo no quiere lo que usted desea, se olvida de él. Estuvo en Irun apoyando la manifestación y ha estado ahora en Hondarribia apoyando a la compañía Jaizkibel, pero en ninguno de los dos casos ha estado usted con el pueblo, porque este ha manifestado claramente su voluntad, distinta de la de usted y a la que usted desprecia mirando a otra parte. ¿No dijo usted, después de las elecciones, que había que estar con el pueblo? ¡Qué poco valientes son ustedes con sus correligionarios!

Luis Carlos Errandonea