la decisión de los centros tecnológicos Inasmet, Robotiker, Fatronik, Cidemco, Euve y Leiva -a falta de lo que decida la próxima semana ESI- de ratificar su integración en Tecnalia Research & Innovation (TRI) y el cumplimiento del punto cuarto del protocolo de fusión, vetado en su día por el vizcaino Labein, en el que se recoge la constitución de una comisión que decida la ubicación de la sede corporativa antes de fin de año y la obligación del nuevo patronato de pronunciarse en un plazo de quince días después del acuerdo, pone en evidencia que la sensatez y la responsabilidad han vuelto a imperar en un asunto en el que los vascos, no importa que seamos guipuzcoanos o vizcainos, nos jugamos mucho. La mala imagen que se ha transmitido al exterior, en un tema realmente sensible como es la investigación y la innovación y en un marco en el que el conjunto de los países están jugando sus intereses en aras a una mayor competitividad, ha sido reparada con el compromiso que los representantes designados por Labein y Robotiker en el patronato de TRI han transmitido al resto de los centros de cumplir los acuerdos acordados, rechazando de manera implícita la injerencia de la Diputación de Bizkaia, que ha reventado en dos ocasiones las reglas de juego dadas por sus protagonistas. La advertencia de la Diputación de Gipuzkoa de no participar en TRI, si no hay garantía de que la sede corporativa se instale en este territorio, es una llamada de atención importante para que en este escenario que se ha abierto no se vuelvan a producir situaciones no deseadas por los propios centros y pone de relieve hasta qué punto ha podido influir en las relaciones institucionales la decisión unilateral de su homóloga vizcaina, sobre todo cuando lo que ha primado han sido intereses políticos particulares. A las inumerables razones objetivas, comenzando por los 30 millones de euros que ha prometido la Diputación guipuzcoana, frente a los once millones de Bizkaia, que ponen la balanza de la ubicación de la sede en Gipuzkoa, hay que añadir el gran valor que ha supuesto Tecnalia al haber servido para unir, por primera vez en nuestro territorio y en torno a un mismo objetivo, a diversas instituciones, partidos, empresarios y agentes sociales y económicos. Un activo que hay que aprovechar para otros proyectos.
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