A menos de dos semanas de las elecciones presidenciales y a tan solo un par de días de confirmarse que los republicanos controlarán todos los resortes del poder en Washington, el ex y futuro presidente Trump aparece en una carrera contra reloj para formar su nuevo gabinete. Algunos de los personajes elegidos, como Robert Kennedy Jr., sobrino del asesinado presidente Kennedy y “tránsfugo” del Partido Demócrata, así como el seleccionado para la cartera de Justicia Matt Gaetz, congresista de Florida, son personajes polémicos: el primero por su oposición acérrima a ciertas vacunas, entre ellas la de Covid y el segundo por posibles problemas de conducta personal, que el Congreso se preparaba a investigar pero quedan ya fuera de su jurisdicción después de la dimisión provocada por su nombramiento.
Está por ver si ambos resisten el escrutinio de la confirmación y si Trump insistirá en mantenerlos a pesar de la resistencia que probablemente encontrarán. El resto de los elegidos de Trump, aunque puedan provocar mucha irritación en las filas demócratas, no parecen tener de momento perspectivas de grandes problemas y llama la atención con qué velocidad se apresta el nuevo presidente a anunciar su futuro equipo.
Da la impresión de que Trump tenía ya muy pensado a quién iba a elegir y que esta vez, a diferencia de su primer mandato, no anda muy dispuesto a compromisos. Por dos motivos: porque su victoria electoral ha sido mucho más amplia que la de hace ocho años y tiene así un mandato popular claro y porque tras los años de luchas políticas contra la oposición demócrata e incluso con republicanos que no lo querían, ya no busca compromisos sino a los personajes que considera más eficientes para llevar a la práctica su programa… o suficientemente polémicos para molestar a sus enemigos políticos.
Además lo ha de implementar rápidamente: a diferencia de las elecciones de 2016, que le daban en teoría una perspectiva de ocho años para desarrollar sus planes, ahora ya no podrá ser reelegido pues los presidentes están limitados a dos mandatos. Y la realidad es que los cuatro años que le corresponde pasar en la Casa Blanca tan solo le garantizan un poder amplio por la mitad de este tiempo, pues una vez pasados los primeros dos años, el mundo político se centra ya en la sucesión presidencial.
A esta prisa por obtener resultados se añade el temor de que su tiempo sea mucho más corto si, como muchos creen, hay otros intentos de asesinato además de los dos ocurridos hasta ahora. Es cierto que la protección oficial es ahora mucho mayor, pero los odios acumulados persisten y después de oír durante ocho años que Trump era un espía ruso y que su conducta justifica la persecución legal de que ha sido objeto y que ha llevado a una condena ante los tribunales –que probablemente quedará anulada en apelación– , no cuesta imaginar que a diferentes niveles de poder y motivación haya nuevos intentos por acabar con su vida.
"Parece que Trump tenía ya muy pensado a quién iba a elegir y, a diferencia de su primer mandato, no está muy dispuesto a compromisos"
Entre tanto, Trump aporta otras novedades. Una de ellas es que, a pesar de su avanzada edad –solo tiene tres años menos que el senil presidente Biden–, se rodea en su equipo de gente relativamente joven, muchos en torno a los 40 años y otros aún más bisoños, como su portavoz, Karoline Leavitt. Con 27 años es la persona más joven en la historia del país en ocupar este cargo, al que llega tras servir a Trump en misiones semejantes.
Además incorpora a personajes que vienen del Partido Demócrata, como Kennedy Jr. o su futura encargada de los servicios de espionaje, Tulsi Galbard, que tiene 43 años.
Pero de todos los seleccionados hasta ahora, quizá los más llamativos son quienes forman el equipo sin cartera ministerial pero con ambiciones casi ilimitadas: la pareja de multimillonarios Vivek Ramaswamy y Elon Musk, el primero con tan solo 38 años, y a quienes se les ha asignado una cartera innovadora para renovar el sistema de gobierno y eliminar gastos inútiles. En su nuevo “Departamento de Eficacia Gubernamental” (DEG) , no cobrarán sueldo alguno y tienen toda la libertad para elegir sus objetivos y forma de actuar.
Según fuentes próximas a Trump, el futuro presidente tiene en ambos una confianza total, admira sus logros y sus talentos y cree que son los personajes ideales para impulsar sus ambiciones de recortar el volumen y el costo de las operaciones gubernamentales. El DEG tiene grandes ambiciones, porque en estos momentos se barajan reducciones en el gasto público de 2 billones de dólares anuales –como parte de un presupuesto federal de 6.7 billones–.
"La composición del círculo de poder más próximo del futuro presidente augura una creciente polarización que no prevé cuatro años de calma política"
Las limitaciones políticas les obligarán a reducir estas ambiciones, pues buena parte de este presupuesto cubre gastos inevitables como la Seguridad Social y los seguros médicos a los jubilados, pero si consiguen una reducción importante, Trump tendrá una gran victoria política. Además, abriría las puertas del futuro político a Ramaswamy, quien ya se presentó como candidato a la presidencia en estas elecciones (Elon Musk está excluido de la presidencia por haber nacido fuera de Estados Unidos). Ambos llegan al cargo con el prestigio de los millones que han sabido ganar y, en el caso de Musk, el gran contraste con la financiación pública: el proyecto para financiar el misil Falcon 9 habría costado a la NASA 4 mil millones de dólares, mientras que a Musk tan solo gastó la décima parte para construir su nave Space X.
Falta todavía casi dos meses hasta la toma de posesión de Trump, pero el próximo gobierno toma forma de manera acelerada, con una imagen muy próxima a la personalidad de Trump y con una probable y creciente polarización que no prevé cuatro años de calma.